- Han buscado inspiración en otros cementerios de mascotas investigando sobre las costumbres con respecto al fallecimiento de los animales en otros países. En China y Japón “tienen mucha cultura al respecto”, dice Miguel. “Contrariamente a lo que nos pudiera parecer en Europa, en América del Sur el concepto de camposantos de animales está muy desarrollado. En Colombia son pioneros”, señala Josu.

Remontándonos siglos atrás, “en Londres existe un cementerio de animales de la época victoriana”. Inaugurado en 1881, está emplazado en el centro de la ciudad, en Hyde Park, acoge a 300 mascotas y dejaron de realizarse enterramientos allí en 1903. El cementerio de perros y otros animales domésticos de París, también decimonónico, fue catalogado como monumento histórico.

Josu Galdames y Miguel Aguilar visitaron El Último Parque, un cementerio de Madrid que se inauguró en 1983 y aloja los restos de más de 4.000 mascotas. No les terminó de convencer su aspecto de cementerio al uso con tumbas y nichos, por lo que han optado por un diseño más acorde a la naturaleza para el proyecto que ultiman en Galdames.

En la capital, los muros del palacio de Liria, residencia principal de la familia Alba, protegen otro espacio para el descanso destinado a los leales amigos de cuatro patas, catalogado con los nombres de las mascotas y algunos rasgos que definían sus respectivos caracteres. Seguro que está entre ellos Flashito. De raza de raza shih tzu, fue el compañero inseparable de la duquesa Cayetana durante quince años. Fallecido en 2011, llegó a robar protagonismo a su ilustre propietaria en alguna que otra revista y con apariciones estelares en programas del corazón.

La reina de Inglaterra muestra predilección por los corgis, que escoltaron a la soberana junto con James Bond por los pasillos de Buckingham Palace en el famoso vídeo de la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Londres en 2012. Isabel II decidió en 2015 no criar más corgis. Cuando todos fallezcan, recibirán sepultura en el cementerio real de la residencia de Sandringham.

En otros sitios honran el amor incondicional de los canes. Edimburgo erigió una pequeña estatua a la memoria del perro Bobby. De raza Skye Terrier, no se separaba del policía John Gray, hasta el punto de que visitó su tumba durante catorce años hasta que le sobrevino su propia muerte en 1872 y fue enterrado con él en el cementerio de Greyfriars. En el museo de la ciudad le recuerda una exposición en la que se pueden contemplar su collar o su plato. Aunque, según una investigación de 2011, la pena de Bobby podría haberse retorcido como maniobra publicitaria y otro can más joven reemplazó al original para atraer turismo.

La historia del perro japonés Hachiko saltó a las pantallas en una película de 1987 con una versión estadounidense posterior protagonizada por Richard Gere. Era de raza akita y acostumbraba a esperar a su dueño -profesor de la Universidad de Tokio-, en la estación de Shibuya donde se reencontraban cada día. Así siguió transcurridos nueve años de la muerte de éste. El perro aún vivía cuando se instaló una estatua en su honor en 1934, precisamente en la estación de Shibuya.