Desde que el jurado del galardón Enkarterri Hoberantz, organizado por la Mancomunidad de las Encartaciones y el centro San Viator de Sopuerta y la colaboración de la Diputación Foral de Bizkaia, la asociación de desarrollo económico y turístico Enkartur, la asociación de desarrollo rural Enkarterrialde y la asociación empresarial Enkarterri Group se reuniera en enero para anunciar que el hotel Amalurra de Artzentales resultaría premiado hasta el acto de entrega en octubre pareciera que ha pasado un mundo. Con un aforo reducido, la propia entidad premiada acogió un acto presidido por la diputada de Promoción Económica, Ainara Basurko, quien depositó sus esperanzas para el desarrollo socioeconómico de la comarca en el plan estratégico con vistas a 2030 que toma el relevo del plan de estímulo.

La trayectoria de Amalurra ejemplifica la filosofía emprendedora de Enkarterri Hoberantz. Allá por 1995 compraron una finca de diez hectáreas en Artzentales que llevaba diez años abandonada. Pertenecía "a la Congregación alemana de los Misioneros de la Sagrada Familia", explica Irene Goikolea, cuya hija, Andrea, recogió el premio. Transformaron la casa principal "en un edificio de nueve viviendas; el molino, en el lugar de encuentro y de reuniones y la cuadras, en hotel y albergue". Se construyeron restaurante, cafetería, y seis salas polivalentes. Ahora ofrecen habitaciones individuales y dobles, así como un albergue turístico para un máximo de seis personas y dos apartamentos turísticos de dos o tres habitaciones con capacidad para cinco y siete personas. Próximamente se abrirá al público otro alojamiento a modo de cabaña con salida al exterior.

También cuentan con espacios para reuniones al aire libre, junto con "espacios como un círculo de piedra, un tipi, una sauna natural o un laberinto que reproduce el de la catedral gótica de Chartres". En 2019 se hospedaron en Amalurra 10.773 personas, "2.525 de las cuales procedían del ámbito internacional".