El coronavirus se está destapando como un obstáculo más complicado de superar que la ascensión a las cumbres más exigentes del planeta. Y precisamente la pandemia se ha llevado por delante una muy especial. La ascensión a uno de los colosos del Himalaya, el Ama Dablam, a 6.812 metros, prevista en otoño para recaudar fondos destinados al estudio de la esclerosis lateral amiotrófica se aplaza a 2021. “Estamos preparando alguna otra iniciativa para otoño, de la que iremos informando puntualmente”, avanza el montañero de Zalla Unai Llantada, que inició el proyecto de la asociación Dar Dar junto con su amigo Pablo Olmos, aquejado de la enfermedad. Hace dos años holló la cima del Vinson en la Antártida mientras Pablo narraba sus avances en crónicas realizadas desde casa que dieron lugar a un documental estrenado en 2019 en el Palacio Euskalduna y la donación de 20.000 euros a la Fundación Francisco Luzón.

El mismo modelo que iban a reeditar con la incorporación de más asociaciones como la getxotarra Dale CandELA, encabezada por Jaime Lafita. Siempre optimistas, mantuvieron los planes cuando los contagios llegaron a Euskadi, pero la situación ha cambiado porque “el gobierno nepalí ha decidido suspender temporalmente la temporada de expediciones en otoño”.

El retraso del viaje supone una piedra en un camino de fondo para visibilizar la dolencia degenerativa que no tiene cura a día de hoy. La “ilusión y el trabajo” que han depositado en este proyecto “no están perdidos”. Al contrario, “nos facilitarán la cima el próximo año”, asegura Pablo Olmos. El zallarra que comenzó a sentir el cansancio con el que a veces se manifiesta la enfermedad mientras acompañaba a Unai Llantada al Kilimanjaro es consciente de que otras muchas iniciativas se han retrasado y, en cualquier caso, queda en segundo plano “ante las miles de vidas que se están perdiendo, así que no estamos en condición de quejarnos”.

Para Jaime Lafita “todavía escuece el bofetón, pero “elegimos seguir peleando y disfrutando de lo que surge en el trayecto, porque esto no es más que otra lección que nos plantea la vida y agradecidos de poder estar aquí viviendo otras cosas”. “Los que tenemos el tiempo en contra no perdemos las ganas de ir al Ama Dablam”, garantiza el vecino de Getxo que también recibió el diagnosticado de ELA y es artífice de la asociación Dale CandELA.

“Si el tren llamado Ama Dablam se retrasa, no pasa nada, cogemos otro y, si no, pues un barco o un patinete”, se resigna Mikel Ángel, otro de los colaboradores del proyecto. Se trata de “seguir adelante para que la esclerosis lateral amiotrófica desaparezca de nuestras vidas y el ánimo no decaiga”. Y en esta cordada “tenemos una enorme capacidad de adaptación”, anima Itzi, que también se enroló en el equipo Dar Dar.