PARA conocer bien a Portugalete y sus gentes es imprescindible ir, al menos una vez, a la festividad de la Virgen de La Guía. Son menos de 24 horas de fiesta, pero, cada 1 de julio, los jarrilleros concentran en unas horas todo el legado recibido, toda la tradición del municipio. Ayer no fue excepción y, de nuevo, decenas de miles de personas inundaron las calles de la noble villa para cumplir con la tradición y vivir una festividad que es, para muchos portugalujos, una cita ineludible a la que acudir en familia o en cuadrilla.

La fiesta se inició a las 09.00 horas, con el tradicional izado de los dominguines que, durante la jornada de ayer, presidieron la calle Coscojales del Casco Viejo jarrillero. La presencia de esas dos simpáticas figuras en la arteria principal de la zona histórica de la villa significa el inicio de una fiesta que lleva organizando Berriztasuna la friolera de 47 años. Ha pasado el tiempo, la sociedad ha cambiado, pero la devoción de los portugalujos por esta jornada no se ha borrado un ápice. Solo así se explica que un lunes, día de labor, las calles de Portugalete fuesen un ir y venir de personas dispuestas a vivir un día grande de fiesta.

El primer momento clave de la jornada llegó poco antes del mediodía, cuando partió la procesión de la Virgen de La Guía desde la basílica de Santa María. Cientos de personas aguardaban la salida del paso que portó a esta Virgen de pequeño tamaño pero de gran importancia para algunos vecinos de la villa. El lanzamiento de cohetes adelantaba que el paso saldría de la basílica y, desde allí, la procesión encabezada por los txistularis surcó el Casco Viejo hasta llegar al paseo de La Canilla. Durante toda la procesión, la tradición se fusionó con la modernidad y es que era raro no ver a algún espectador grabando o haciendo fotos con sus teléfonos móviles y eso se hizo más patente si cabe en el paseo de La Canilla. Desde ese punto, la comitiva puso rumbo hacia el embarcadero situado junto a las instalaciones del Club de Remo San Nikolas. En dicho lugar, la Virgen de La Guía fue recibida con honores. Remos en alto haciendo un pasillo que llevaría a la imagen hasta una trainera que, impulsada por los veteranos del club, le transportó en procesión marítima. En La Canilla, cientos de personas contemplaban cómo los bogadores llevaban a la Virgen a golpe de remo liderando una comitiva en la que también figuraban dos barcos y dos traineras que, estas dos últimas, impulsaban con su esfuerzo remeros y remeras de las categorías inferiores. No hubo ciaboga, pero sí viaje de retorno hacia la zona de La Canilla para que la Virgen desembarcase y siguiese su camino para volver a ser colocada en el lugar privilegiado que ostenta en la calle Coscojales. Allí se iba calentando cada vez más la fiesta y la gente ya iba llenando la calle. Fueron muchos quienes presenciaron el aurresku de honor a la Virgen y el homenaje que recibió Belatzak Eskaut Taldea por su 50 aniversario. Fueron momentos emotivos en los que toda la villa reconoció la labor que este colectivo realiza por el ocio y el tiempo libre de los jóvenes de Portugalete. “Ha sido muy emotivo y especial el momento del aurresku, estamos muy agradecidos”, explicaron Asier Sánchez e Iker Abuín, miembros de Belatzak.

La Guía es una fiesta de momentos, de imágenes y sonidos. Todo ello tiene un punto culminante a las 15.00 horas, en la bajada que vive la calle Coscojales. Ayer volvió a ocurrir. A esa hora no cabía un alfiler en el corazón del Casco Viejo jarrillero. Ver la panorámica era ver algo impresionante y emocionante. Una auténtica marea humana con camisetas blancas llenaba la calle desde su punto más alto, junto a la plaza de La Rantxeria, hasta su desembocadura en María Díaz de Haro. Ya lo advertían minutos antes Alfredo Urioste, Mila Pérez, Mónica Martín y María Berlanga: “Lo más especial de esta fiesta es que todo el mundo hace lo que puede para venir. Es el punto de encuentro de muchos jarrilleros que no nos podemos ver el resto del año”. Se encontraron, disfrutaron, bailaron y cantaron el tradicional canto a la Virgen junto a las voces de Barbis Taldea y el ritmo de Gazte Leku Fanfarria.

Una vez vivido este momento que hace única e inigualable la fiesta de la Virgen de La Guía, los festejos continuaron en los bares, en las calles del Casco Viejo y con las actividades organizadas por Berriztasuna como lugares de encuentro. A medianoche, se bajaron los dominguines, pero los más fiesteros siguieron disfrutando un sorbito más de la celebración de la Virgen de La Guía.