EL jazz es un género musical muy rico, con mil y un subgéneros y estilos lo que hace que cada persona pueda encontrar en el jazz algo que le guste. Los aficionados a este tipo de música tuvieron ayer una cita en Portugalete, en las instalaciones del antiguo mercado de abastos, lugar en el que se celebró el segundo festival de jazz de la villa jarrillera, una cita que no para de crecer y que ayer llenó este espacio. La jornada fue intensa, ya que, desde el mediodía y hasta bien entrada la noche se sucedieron las actividades y conciertos de esta cita surgida del afán de Roberto Peña por crear en su localidad un evento que ponga ritmo de jazz al tiempo de ocio.

Así, el mercado gozó de un gran ambiente durante toda la jornada y, en gran parte, fue por la variedad de actividades preparadas para esta cita. Los más pequeños pudieron disfrutar de varios talleres con los que aproximarse a este género musical mientras jugaban y disfrutaban, también había varios puestos de venta de camisetas y material cuya recaudación se destinará a seguir llevando a cabo actividades como este festival que no cuenta con ningún tipo de subvención y que sigue el camino de la autogestión como gran máxima. “El ambiente está siendo magnífico y, a diferencia del año pasado, la gente ha venido desde los primeros minutos del inicio del festival. Una de las cosas que, hasta el momento, más me ha llamado la atención es el hecho de que la gente ha venido directamente al mercado. El año pasado, igual, antes paseaban por el Casco Viejo o tomaban algo en un bar, pero este año han venido directamente. Quien vino el pasado año, ha repetido y eso es una muy buena señal”, explicó Roberto Peña. Para él, la de ayer fue una jornada intensísima, un día en el que se ponía luz, sonido y forma a lo que ha estado diseñando durante los últimos meses. Sin duda, los momentos clave de este festival fueron los conciertos que acogió el escenario preparado para la ocasión en el mercado. La encargada de abrir el fuego fue la jarrillera Eder Portolés, quien actuó al mediodía y el grueso de actuaciones tuvieron lugar en la tarde-noche de ayer. Otro de los momentos clave del festival fue la comida popular que sirvió para que los aficionados a este género musical confraternizasen y compartiesen experiencias. “Hemos diseñado un programa de actividades que está pensado para que disfrute todo el mundo. Los niños con los talleres y proyecciones de películas, los aficionados al jazz con los conciertos... Queremos que todo el mundo disfrute de esta fiesta”, indicó Peña.

Sin duda, el tiempo acompañó e hizo muy agradable y atractivo el plan de ir hasta el Casco Viejo de Portugalete y dejarse seducir por los ritmos jazz. Ritmos diversos y distintos que fueron sonando y acompasando el ambiente del mercado jarrillero durante toda la jornada. Para la noche quedó la última aportación de Roberto Peña a este festival que ha organizado por segundo año consecutivo: su actuación. El jarrillero realizó una sesión en la que pinchó música ska jazz que puso el broche final a la segunda edición de este festival que está haciendo, desde la humildad y el trabajo constante, que el jazz lata en el corazón de Portugalete.

exposición La música se puede disfrutar de muchas formas y ese goce se puede multiplicar cuando se fusiona con otras artes. En el festival jarrillero también hubo espacio para la fusión de la fotografía y la música con la exposición fotográfica del fotógrafo aficionado de Portugalete, Jabier Belasko. “Es un auténtico placer poder exponer quince de mis fotografías en este festival. En cuanto Roberto me planteó la posibilidad, ni me lo pensé”, señaló Belasko, quien puso tintes fotográficos a esta fiesta del jazz.