Elixane Castresana

Zalla - Su mujer también es voluntaria. Su hija está encantada de echar una mano cuando visita las instalaciones. “El gusanillo de la ayuda se contagia”, asegura Juan Carlos Fernández, integrante de la Cruz Roja de Enkarterri desde hace 22 años y presidente en los últimos cuatro. En esta “legislatura” empezó a funcionar el pasado mes de diciembre el nuevo centro de logística en emergencias ubicado en el polígono de Arangoiti, en Güeñes. En la nave de 1.500 metros cuadrados aparcan los vehículos de atención y los recursos necesarios para prestar los primeros auxilios en incendios, accidentes o inundaciones. Con el desbordamiento del río Kadagua la semana pasada, que les puso a prueba una vez más, “hemos notado la mejoría de trabajar en esta nueva base”.

Desde 1983 la Cruz Roja de Enkarterri estaba radicada en locales en el barrio Soiano de Zalla (que tras la mudanza se han reservado a uso administrativo) y Juan Carlos Fernández entró en contacto con la organización antes de que se habilitara un almacén complementario en el Zine Antzokia. Le condujo al voluntariado “la objeción de conciencia al servicio militar”. Comprobar la labor realizada y las amistades que hizo le animaron a continuar hasta el día de hoy. “No nos gusta trabajar, pero si nos necesitan, ahí estamos”, bromea junto al camión, antes de bomberos cedido hace dos años por el Ayuntamiento de Madrid, que se estrenó en la atención a los afectados por el incendio en un edificio de la Gran Vía de Sestao.

Además, disponen de una ambulancia de soporte vital básico, otra de soporte vital avanzado, un vehículo de siete plazas, dos de las cuales pueden retirarse para introducir una silla de ruedas, y una furgoneta del equipo de respuesta inmediata en emergencias (ERIE), equipada para las intervenciones de búsqueda y salvamento terrestre. Una camilla de rescate, férulas, oxígeno, una mochila sanitaria, un botiquín pediátrico o un remolque con un hospital de campaña con tiendas que se despliegan en diez minutos para acondicionar un albergue provisional son algunas de las prestaciones de este vehículo. También están preparados para desplegar un equipo de respuesta en emergencias con avituallamiento de mantas, sábanas, sacos, mesas plegables y cubiertos.

“SOS Deiak nos activa”. Una persona custodia durante 24 horas el teléfono en el que reciben el primer aviso y moviliza a los demás. E inmediatamente ahí están los voluntarios de la Cruz Roja de Enkarterri para confortar a heridos, enfermos o damnificados. Presencian situaciones duras “de las que intentamos aprender a desconectar, aunque lo que vemos nos toca a nivel personal”. Dispositivos complejos como el intento de rescate del espeleólogo fallecido en una cueva de Galdames en junio de 2017 que los mantuvo alerta “durante sesenta horas ininterrumpidas”. Montaron un albergue en el frontón para los efectivos que participaron en la operación y otro para que la familia siguiera los avances cerca de la cavidad, a la que finalmente resultó imposible acceder por el riesgo de desprendimientos. Las inundaciones que asolaron Enkarterri cebándose con Zalla en enero de 2015 supusieron otro reto para los voluntarios, que instalaron camillas en el Zine Antzokia en previsión de desalojos.

Trabajo que no se veDe los 150 voluntarios que forman parte de la dotación de la Cruz Roja encartada, unos intervienen en los avisos y otros asumen la intendencia. Centralizar los recursos en el local del polígono de Arangoiti facilita la tarea de organización, de forma que nunca falten “pilas, baterías o repuestos”, todo perfectamente clasificado por departamentos y que gracias al camión de bomberos “podemos cargar con más espacio”. Están a la espera de otro vehículo que facilitará los protocolos de funcionamiento para los miembros de la Cruz Roja actuales y los que se incorporen. “Siempre los necesitamos y agradecemos la colaboración de gente de todas las edades que pueden dirigirse a las oficinas de Soiano o llamar al teléfono 94 667 05 84”, invita el presidente.