Iker-Ekaitz Líbano vive a caballo entre el norte y el sur de España. Natural de Barrika, a sus 35 años el mundo del piragüismo le ha llevado a repartir los 365 días del año entre Andalucía y Asturias. “Paso la mitad del año en Sevilla, durante el invierno, en el centro de alto rendimiento de La Cartuja, y luego cuando empieza a hacer calor subimos al de Trasona, en Asturias”, señala. Es el sacrificio de la élite. Cuando tenía ocho años realizó un curso de iniciación en Plentzia y desde entonces no ha dejado de dar paladas. Primero como palista, compitiendo hasta los 18 años, y después como preparador, donde inició su andadura profesional en el club de Barrika. En paralelo planificó un camino alternativo como seguro de vida y se licenció como ingeniero técnico industrial, pero actualmente forma parte del equipo técnico de la selección española de paracanoe, el piragüismo adaptado, con la que acudirá en septiembre a las olimpiadas de Tokio. “Valoro cada momento porque no pensaba que iba a vivir algo así. Pasa el tiempo y ves que se van cumpliendo una serie de objetivos, que puedes vivir de esto y cuando echas la vista atrás y ves todo el sacrificio...”, rememora.

En la selección dirige a Higinio Rivero, el piragüista bilbaino que sacó el pasaporte para Japón hace dos años y que ahora afronta con máxima ilusión la cita más importante que puede vivir cualquier deportista. “Vamos a por la medalla”, proclama Líbano, conocedor de la perseverancia y el afán de superación que acompaña siempre a su pupilo, con el que lleva trabajando el último lustro. “Empecé en la disciplina de paracanoe a raíz de conocer a Higinio. Me formé como preparador adaptado y empezamos a trabajar juntos. Evidentemente, va en silla de ruedas, pero le trato como a cualquier otro. El día que le tengo que meter caña... lo hago y punto. Además, él lo pide. Su nivel de lucha y sacrificio es igual que el de cualquier otro deportista de alto nivel”, ensalza Líbano.

Al mismo tiempo, también lleva la tecnificación de otro deportista extremeño que acudirá también al país del sol naciente, y confía en que otros tres deportistas puedan obtener plaza en mayo. “Sería increíble que fuéramos todos”, desea Líbano. Un sueño olímpico que se retrasó un año por culpa de la pandemia y que no ha hecho más que incrementar los deseos de vivirlo. “Con el cambio de preparación que ha provocado el virus, creo que la clave va a estar en el que mejor se adapte a estas nuevas condiciones”, subraya.

Pero, más allá de su labor a nivel estatal, Iker-Ekaitz también desarrolla una importante tarea al frente de este deporte en Bizkaia como presidente de la Federación vizcaina de piragüismo. “En estos momentos la situación es complicada, no solo por la pandemia, sino también a nivel de uso de instalaciones, como les sucede a clubes como el Getxo, Plentzia y Barrika, que están teniendo dificultades. Pese a todo, hay que seguir apostando por la promoción del deporte de cantera como base de futuro, es lo que más necesitamos”, señala. Sobre esta línea, desde hace quince años forma parte de la estructura deportiva del Barrika Piragua Taldea. Un club que recientemente ha obtenido dos grandes resultados como son el subcampeonato de Euskadi de 2.000 metros contrarreloj, en el que participaron 19 integrantes del club, y el tercer puesto en 5.000 metros, en el que tomaron parte 23. “Es todo un récord para nuestro club, el mejor resultado combinado de un club vizcaino”, destaca Líbano, quien apuesta por la promoción de este deporte a nivel escolar para que siga evolucionando.

Actualmente, el club barrikoztarra cuenta con una treintena de competidores, además de una escuela de niños y niñas cuyo número de integrantes quieren incrementar. “Nos hemos trasladado temporalmente a un pabellón en Gorliz porque tenemos nuestra sede en obras, pero a pesar de las dificultades hay que seguir haciendo cursos y promocionando el deporte de base porque son el futuro del club”, indica. Una tarea en la que pone todo su empeño, especialmente, para proporcionar nuevos desafíos deportivos a los palistas.

“Cuando empecé a competir en el club no teníamos las oportunidades de hoy en día. Justo íbamos a las competiciones vascas y ahora participamos en campeonatos estatales. Incluso, en el ámbito femenino hemos llegado a estar en el top cinco durante unos años con muy buenos resultados”, expone.

Es la recompensa al trabajo diario. “Es un deporte sacrificado. Lo único que nos limita es el viento, pero con cualquier otra condición, de lluvia o frío, ahí estamos en el agua, incluso el 31 de diciembre”, concluye. Es la receta del éxito que le ha llevado de Barrika a Tokio.

“Hay que apostar por el deporte de cantera como base de futuro, es lo que más necesitamos”

Técnico selección española de paracanoe