“El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho”, escribió el célebre Miguel de Cervantes, autor de Don Quijote de la Mancha, aquel hidalgo que creyó ver gigantes en los molinos de Castilla-La Mancha. Pues bien, después de años de investigación, viajes y rastreo de documentación en numerosos archivos municipales, con una visión más documentalista e historiadora que idealista y romántica, el escritor afincado en Berango, Alberto Díez Saiz (Gorliz, 1933), acaba de publicar a sus 87 años un nuevo libro titulado Los molinos de marea y de viento vizcaínos, donde recopila la historia de 34 molinos de viento y marea de Bizkaia desde el siglo XVI hasta el XIX.En esta obra, el autor de Berango, 40.000 años de Historia, en donde documenta a la perfección los orígenes del municipio, demuestra seguir en plena forma intelectual hasta el punto de que ha alcanzado la quincena de libros publicados.

Una extensa bibliografía fruto de una minuciosa labor investigadora y documentalista iniciada “a mediados de los 70”. “Empecé tras el franquismo recopilando datos en el registro del Ayuntamiento con una grabadora. Luego iba a casa y los transcribía”, rememora.

En su última publicación, fruto de más de cuatro décadas de investigación, relata con minuciosidad el legado de estas joyas de la ingeniería vizcaina a lo largo de más de 200 páginas amenizadas con un centenar de ilustraciones entre fotos, mapas, etc. “Esta obra nace sin más pretensión que la de ser divulgativa. Se intenta dar a conocer al lector, de la forma más concisa posible la existencia de los molinos de marea y de viento que hubo en Bizkaia y que se dedicaron a la molienda de grano”, destaca.

Marea y viento

Así, la primera parte del libro está dedicada a los molinos de marea, un total de 23, mientras que la segunda hace referencia a los de viento (11). Según describe, los 23 de marea fueron los de: Arbinaga, en Sestao (1667); Junqueras de Llano, en Barakaldo (1691); El Puerto, en Barakaldo (1577); San Juan o el de Agua Salada, en Barakaldo (1860); Olabeaga (1585) y Larrauri (1567), en Deusto; Udondo, en Leioa (1548); Gazteluondo (1506), Ardanza (1734) y Errotabarri (1854), en Plentzia; Itsas-errota, en Busturia (1722); Mallukiza (1730), en Murueta; Errotabarri (1731), en Kortezubi; los cinco molinos de Gautegiz-Arteaga: Arostegi (1795), Baraiz (1745), Ikoako-errota (1745), Orue (1731) y Ozollo-errota (1683) y los tres de Kanala: Atxandiaga-1 (1745), Atxandiaga-2 (1745) y Bazter-Erreka (1723); Isuntza o Mari-errota (1522), en Lekeitio-Mendexa; e Iturribarri (1818), en Ondarroa.

“Hay dos molinos de marea desconocidos hasta la fecha, Arbinaga, en Sestao, y Larrauri, en Deusto”, señala. Asimismo, sostiene que “el más antiguo era el de Gazteluondo (1506), ubicado donde ahora está el frontón de Plentzia”. “No poco menos puedo decir que fue una salvajada el haberlo derribado siendo, como era, el mejor, si no el único que se había conservado hasta nuestros días. Una joya de la que podíamos sentirnos orgullosos los vizcainos si se hubiera conservado”, lamenta. En cuanto al más moderno sostiene que fue “el de Iturribarri, en Ondarroa (1818)”. “Según ligeras alusiones hubo también molinos de marea en Barbadún, Santurtzi y Asua”, apunta.

Por otro lado, en cuanto a los once de viento, enumera los de: Artxanda y Aixerrota (1725), Aixeder de Ipazter (1728), Larringan de Abadiño (1728), Arnabarre (siglo XVIII), Kosnoaga (1809), Santutxu (1722), Esacerrota (1854), Abatxolo (1874), Treto (mediados del XVIII), Arrola (1823). “Según algunos autores los más antiguos son los de Artxanda y Aixerrota (1725)”, subraya Díez que, sin embargo, con posterioridad a la publicación del libro ha encontrado “alusiones al de Santutxu en 1722”. En cambio, los más contemporáneos son “Abatxolo (1874) y Esacerrota (1854)”, concluye.

“El molino de Plentzia era una joya de la que podíamos sentirnos orgullosos los vizcainos”

Escritor y documentalista

“Según algunos autores, los más antiguos de viento son Artxanda y Aixerrota, pero antes hay alusiones al de Santutxu”