Sopela - El 6 de junio de 1944 no es una fecha más en el calendario. Es un día crucial en la historia contemporánea. Ese día se produjo el Desembarco de Normandía, el Día D, la denominada Operación Overlord, que consistió en el mayor desembarco anfibio de la historia llevado a cabo por parte de las fuerzas aliadas en Francia. Un esfuerzo común para derrocar al Tercer Reich de Adolf Hitler. Un capítulo de la Historia encumbrado posteriormente por el séptimo arte que desde niño llamó la atención del sopeloztarra Ismael Cruz, un apasionado de este conflicto bélico. “El Desembarco de Normandía fue el punto de inflexión de la guerra”, destaca. Su pasión por esta temática le viene de familia y de pequeño siempre se mostró interesado por la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, años más tarde, esta afición se acrecentó. “Estuve viviendo cinco años en Francia y me empezó a llamar más la atención puesto que tenía amigos allí que pertenecían a asociaciones históricas”, relata. Un interés que fue más allá cuando en 2005 entró a formar parte del grupo de recreación Airsoft Bizkaia (AB). Allí empezó a compartir su afición con otras personas entusiastas del coleccionismo y las recreaciones bélicas. “Tengo varios uniformes, documentación de época, objetos personales etc. Un armario entero en casa solo para mis cosas”, detalla.

Precisamente, cada año viajan a Normandía en la primera semana de junio, donde participan en las ceremonias de aniversario del desembarco. “Este año hemos realizado una marcha de comandos de 16 kilómetros bajo la lluvia, como en el Día D, e incluso he saltado en paracaídas desde los aviones de época, los conocidos Douglas C-47 Skytrain en la zona de La Fière puesto que tres miembros del grupo somos paracaidistas y fuimos los primeros en saltar en Normandía durante los actos conmemorativos en 2017. Antes lo hicieron otros vascos en el Día D como Solaegui, de la 101st Airborne, o Aguirrebere, de la 82nd”, expone. Además, este año ha sido especialmente emotivo. “Queríamos rendir homenaje a los vascos que lucharon en la Segunda Guerra Mundial y por eso propuse que confeccionáramos los uniformes de la unidad del comandante Philippe Kieffer, compuesta por hombres de la Francia libre entre la que había varios vascos: Laurent Casalonga, Joseph Julien Hourcourigaray y Guy de Montlaur”, apunta. Una unidad que, según explica el director del Museo Memorial del Cinturón de Hierro de Berango, Aitor Miñambres, quien también participó en el acto, se formó a raíz de la creación del tercer batallón de fusileros de marina vascos, fundado por mediación del Consejo Nacional Vasco en Londres y de Manuel Irujo”, explica. Fundada en Camberley en 1941, apenas estuvo un año en funcionamiento ya que en 1942 fue disuelta. “Churchill no quería tener problemas con Franco”, indica. Entonces fue cuando Kieffer, al ver disuelta su unidad, comenzó a entrenar a comandos de la marina francesa con los que participó en el Desembarco”, añade Miñambres. Por su parte, el gobierno de Euzkadi en el exilio creó otra unidad vasca que combatió en la contienda, enrolada en las filas del ejército francés, el denominado Batallón Gernika, compuesto únicamente por vascos. “En la ceremonia del Desembarco acudimos con una réplica de la ikurriña Beti Aurrera que portaba este batallón y que desapareció hace tiempo sin conocer su paradero, y también mandamos crear una réplica de la insignia que llevaba el tercer Batallón de fusileros marinos vascos para la ceremonia”, rememora Ismael Cruz. “Allí estuvimos con la hija de Philippe Kieffer, Dominique, con la que tengo una gran amistad desde hace años y que, entusiasmada, nos invitó a las ceremonias y acogió en Grandcamp Maisy. También le hicimos entrega de una placa conmemorativa en agradecimiento y llevamos flores al cementerio donde está enterrado Philippe Kieffer”.

Y es que tanto para Ismael como el resto de integrantes del grupo de recreación, estar presente en Normandía es algo que trasciende más allá de una afición, hobby o ponerse un uniforme. “Tenemos mucho que agradecerles a aquellos hombres y mujeres que dieron su vida por la libertad que tenemos hoy y, como dice mi gran amigo Aitor Miñambres, hay que conocer la guerra para construir la paz con el fin de que nada de esto vuelva a repetirse”, concluye.