SI es verdad que limitar la velocidad invita a pasear, atravesar Bilbao con el nuevo límite de velocidad a 30 kilómetros por hora es otra forma de paseo, esta vez en coche. Ayer, Bilbao vivió la primera jornada tranquilizadora del tráfico sin sobresaltos. Atravesar la villa desde San Mamés hasta el Ensanche no consumió más de diez minutos, en una jornada laboral matutina. Eso, a pesar de que con el coronavirus los datos apuntan a que se ha reducido en un 35% el uso del transporte público mientras se ha recuperado en un 90% el uso del vehículo privado. Algunas estampas serían inusitadas hace solo tres años. Las bicis adelantan a los coches, y los peatones casi se diría que llegan antes a su destino. Es la prueba fehaciente de que el coche dejará de ser indispensable en la villa.

Aburto confía en el respeto de la norma sin tener que llegar a la sanción. En todo caso, estos primeros días salvo casos flagrantes serán pedagógicos. Ayer se podía adivinar en los conductores más la preocupación por evitar que el cuentakilómetros suba hasta el 40 que por llegar al destino.

Para muchos fue una jornada de prueba. De hecho, ayer probablemente se cumplió más limitación que en los tres años que lleva implantada esta medida en el 87% de las calles de Bilbao. La amenaza de los radares móviles contribuyó a hacer que la primera jornada se solventara con relativo éxito. Los primeros días, la Policía va a cumplir una función más pedagógica que sancionadora. Ya lo adelantó el alcalde, Juan Mari Aburto, al presentar la nueva medida. "Espero que las multas no sean necesarias porque se cumple la norma". "Esta medida consigue un calmado del tráfico y mejora la seguridad contribuyendo un entorno más agradable", señala Alfonso Gil, concejal del Área de Movilidad.

Entrar en BilbaoPor San Mamés

No pasamos de segunda

Si entras por los túneles de San Mamés las primeras señales ya avisan que entras en un entorno urbano en el que no puedes pasar el limite de velocidad de 30, así toca pisar el freno para empezar cumpliendo con la norma. De hecho, solo en la Avenida de Zumalakarregi entre la rotonda de Zabalbide y la carretera de Galdakao, todavía se pueden alcanzar los 50 kilómetros por hora, pero son dos excepciones debido a que se trata de vías de titularidad foral. A esa velocidad no es difícil que prácticamente tengas que parar en todos los semáforos de la ciudad que regulan el tráfico hasta llegar a la plaza del Sagrado Corazón. A favor de la medida hay que decir que esta rotonda testigo de varios golpes de chapa y otros accidentes, ahora resulta mucho más fácil de digerir. Esta es sin duda una de las razones que avalan la puesta en marcha de esta limitación. Los estudios dicen que en las zonas 30 la siniestralidad global se reduce entre un 15 y un 30% y la gravedad de los siniestros disminuye hasta un 50%. Entrados ya en la Gran Vía y sin mucho tráfico resulta en parte una conducción artificial mantener la limitación, porque sin necesidad de excederse el trayecto se convierte en un paseo. Todavía hay algún despistado que circula a más velocidad y pita a los conductores obedientes que ayer miraron una y otra vez el cuentakilómetros para no pasarse. Luego están los ciclistas. Ya no solo no les adelantas sino que se diría que incluso alcanzan una velocidad crucero que, si no es mayor, por lo menos parece más ligera.

En el centroPor Colón de Larreategi

No hay cambios

Llegamos al Ensanche que es probablemente una de las zonas más concurridas por el tráfico así que en esta vía apenas apreciamos cambios. Más que las señales es el propio flujo de vehículos el que obliga a disminuir la velocidad y pisar el freno. No hemos consumido ni diez minutos en atravesar Bilbao así que pese a las reacciones contrarias a la medida hay que decir que un conductor normal no tarda más. Pero, al pasar por el mercado, hay furgonetas de reparto y sus chóferes sí se quejan de que no pueden hacer el mismo número de repartos.

En DeustoPor el puente

Con el pie en el freno

Toca llegar a Deusto atravesando el puente. En esta trama urbana los conductores ya van con mentalidad de salir de la ciudad así que la mayoría cogen una velocidad superior. Me pasan los ciclistas, pero también los autobuses. Los conductores de este transporte se quejan de que les va a resultar muy complicado cumplir con los horarios si tienen que respetar la limitación de la velocidad. Un motociclista se para en paralelo y resopla con gesto de complicidad. "Si tienes moto de marchas esto es un horror", se lamenta.

En Alameda RekaldeBicis y motos

Convivencia

Alameda Rekalde es otra de esas vías con Zumalakarregi que se prestan a subir la velocidad. Es verdad que en estos casos, al menos, los conductores estamos concienciados porque por si falla la pedagogía los radares no perdonan, así que ya habíamos aprendido a circular a 50 kilómetros por hora. Cuesta un poco reducir otra marcha. Ayer fue el primer día y los automovilistas se lo tomaron como novedad, pero hay conductores que creen que, precisamente, porque es un paseo transitar por Bilbao con ese límite invita al despiste y al uso del teléfono. Aunque lo que verdaderamente resulta complicado es subir algunas cuestas como la de Enekuri o Juan de Garay. Tampoco soporta bien el paso la calle Autonomía. Sea como fuere no hay vuelta atrás. Y aunque haya gente que sienta como "si estuviera a la cola de un caracol" o "haciendo un paseo por Bilbao", el 30 kilómetros por hora ha venido para quedarse. "Se necesita un tiempo para adaptarse, porque iniciativas de este tipo necesitan asentarse para poder valorarlas en su medida", dijo el alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto.