Bilbao - En la imagen del fondo marino que se puede contemplar en ItsasMuseum solo faltan los puntos donde, durante décadas, el mar provocó naufragios de decenas de embarcaciones. Unos accidentes marítimos de los que el puerto ha dejado de ser escenario hace ya muchos años. Es más, los dos últimos naufragios de grandes mercantes tienen ya quince y veinte años de historia.

El más reciente tuvo lugar el 17 de enero de 2004. El mercante Diana 1, de 82 metros de eslora, estaba fondeado frente a la playa de La Arena y esperaba órdenes para cargar fertilizantes. Pero un fuerte viento, con rachas de cincuenta nudos, provocó el fallo del ancla. Las olas lo arrastraran contra los bloques que protegen el dique de Punta Lucero y acabó partido en tres trozos. Sus ocho tripulantes fueron rescatados ilesos por un helicóptero de Salvamento Marítimo tras una complicada operación.

El otro gran naufragio ocurrió en las navidades de 1999. Otro violento temporal rompió las amarras del mercante Rilos, atracado en el puerto de Santurtzi, y fue arrastrado hasta embarrancar en la playa de Ereaga con 36 tripulantes a bordo. La imagen del barco encallado en mitad del arenal acompañaron la actualidad durante semanas, a pesar de que las tareas de rescate comenzaron con rapidez. Sin embargo, la vejez de la embarcación y el temor a la rotura del casco obligó a posponer el trabajo. De hecho, los responsables de Salvamento Marítimo decidieron esperar hasta las siguientes mareas vivas para desencallar el mercante que, mientras tanto, se convirtió en un reclamo para miles de curiosos.

Después de varios intentos fallidos y de la extracción de casi todo el gasóleo de los depósitos del barco, para impedir una catástrofe ecológica, el 23 de enero de 2000 fue liberado con la ayuda de dos remolcadores, a cuya empresa fue cedido el rescate en concepto de pago. El buque, valorado en 75 millones, fue vendido por el precio simbólico de un dólar, para acabar en el desguace. - Alberto G. Alonso