DICE el dicho que a quien madruga Dios le ayuda y en este caso se cumple. Naia y Arrate lo corroboran. La primera estudia Filología Histórica en Gasteiz; su compañera, Filosofía en Donostia. Llevan ya unas cuantas horas estudiando en la biblioteca. “Lo mejor es llegar sobre las 8.30 o 9.00 horas porque si vienes más tarde es difícil encontrar sitio”. El miércoles estudiaban en Bidebarrieta, pero los fines de semana suelen ir a la Alhóndiga, “ahí todavía es más difícil encontrar sitio porque los fines de semana suelen cerrar”.

Están acostumbradas a estudiar en la biblioteca, en una u otra. “Se trata de separar el sitio de estudio y el de descanso”, apunta Arrate. “En casa al final estás de la cocina a la sala, a la habitación...”, añade Naia. Al final no es tanto un problema de espacio como de idoneidad. Y en las aulas de estudio encuentran un espacio mejor para poder concentrarse. En más de una ocasión han tenido que hacer cola para esperar un sitio en la biblioteca de la Diputación y en la Alhóndiga, así que sino quieren perder tiempo saben que lo mejor es madrugar.

Es lo que le pasó el jueves a Elisabette, una italiana que lleva en Bilbao dos meses. Está sentada en uno de los bancos de espera de la biblioteca, adelantando trabajo a la espera de que se libere alguna mesa. Ha llegado tarde y estaba todo lleno. En su caso, “como estoy de paso, vivo en una casa donde he alquilado una habitación, así que no tengo las condiciones idóneas que me permitan concentrarme”. Está satisfecha del servicio que le ofrece Bilbao en este sentido, “aunque a veces me toca esperar, al final siempre encuentro sitio”, dice. Ya se licenció en Derecho y ahora está pensando en realizar el máster de Habilitación a la Abogacía.

Lo que también pasa estos días es que hay que estar avispado para que no se te pase la oportunidad en cuanto se libera una silla. Raúl, estudiante de Psicología, llegó a tiempo de que se fuera Nora, que prepara unas oposiciones, pero tenía que ir a recoger a su hijo así que hicieron el cambio de bártulos, aunque no se conocían.

Otros recurren incluso a la picaresca y si una llega antes, ocupa con libros el sitio de la compañera.