Bilbao - La futura estación soterrada de Abando que se construirá para la llegada del Tren de Alta Velocidad (TAV) a Bilbao contará con cinco accesos diferentes para absorber la afluencia de viajeros de los diferentes transportes ferroviarios, así como para aquellos que quieran disfrutar de los servicios que se generen bajo la bóveda histórica, según indica el estudio informativo del proyecto constructivo de esta intermodal del transporte que actualmente tiene abierto su periodo de presentación de alegaciones.

Si en la actualidad las dependencias de Renfe solo cuentan con dos puntos de referencia, cuando en 2023 sea inaugurada la infraestructura bajo tierra ofrecerá tres más. Según los planos aportados por el informe, se mantienen los dos accesos actuales. El más conocido y utilizado, por el edificio esquinero que mira a la plaza Circular, se verá reforzado al generarse junto al mismo un núcleo distribuidor a los diferentes niveles de los vestíbulos de Cercanías y el TAV a través de un gran hueco central servido por escaleras mecánicas y ascensores.

Si ahora hay que subir esas escaleras para llegar desde el actual hall del edificio de Vialia hasta el distribuidor donde están la línea de canceladoras de billetes, en un futuro se tendrá que bajar para llegar primero a la planta -1 y poder tomar un tren a Santurtzi, Ortuella u Orduña, o al nivel -1,5 para pasar por la zona de embarque de la alta velocidad y luego bajar al -2 a los andenes. Este gran hueco a ras de calle se ubicará frente a la vidriera actual y ocupará parte de la superficie bajo la gran cúpula.

También se mantendrá, aunque a diferente altura, tanto de cota como de la propia calle, el actual itinerario peatonal secundario desde la calle Bailén que atraviesa el estacionamiento en superficie y permite a los viajeros llegar directamente el hall de la vidriera. El estudio prevé que este acceso se traslade unos 250 metros más abajo en dirección al puente de El Arenal, aproximadamente a la altura del número 5 de la calle Bailén, con la intención de que los viandantes entren de forma directa al vestíbulo de los servicios de los convoyes de Cercanías.

A estos dos puntos hay que añadir el que se convertirá en entrada principal a la estación a través del nuevo edificio, que será construida entre la marquesina y la mencionada calle Bailén. Un bloque de tres alturas que abrirá sus puertas en la planta baja para admitir todos los viajeros que lleguen desde la nueva plaza que se generará en la explanada y que servirá también para albergar oficinas de Renfe. El diseño remarcará ese efecto de remate del mencionado parque lineal que se quiere dar a este nuevo edificio que lucirá el tradicional reloj ferroviario en su esquina izquierda y el nombre de la estación.

El cuarto punto que tendrán que recordar los futuros viajeros es la actual estación de La Concordia. Su vaciado de contenido ferroviario, los trenes de la antigua Feve también culminarán sus trayectos en los andenes subterráneos de Abando, permitirán habilitar sus dependencias para generar otro acceso al complejo de transporte.

Finalmente, la quinta entrada se concretará desde la calle Hurtado de Amézaga. Lo que ahora es un gran muro, que sube por la calle en altura decreciente, desaparecerá para crear un gran espacio permeable entre los pilares que se tienen que levantar para sostener la armadura metálica. A través de esas nueve columnas se podrá llegar al gran hall de acceso a los niveles inferiores donde se encuentren los trenes y a la nueva plaza que se generará bajo el resto de la bóveda. En esta zona, a ras de la calle Hurtado de Amézaga, el estudio informativo prevé “un uso hostelero y comercial que potencia estos espacios liberados para la ciudad bajo la marquesina histórica y en superficie”. Todo ello sin obstaculizar en ningún momento los flujos de viajeros que genere la estación.

A estas entradas habría que sumar una sexta tangencial, aunque curiosamente será la más directa. Es la que protagonizará la galería por la cual ahora se entra y sale al metro tras usar las actuales escaleras mecánicas desde el hall interior del edificio de Abando. El informe especifica que a través de este acceso será “posible realizar conexiones directas entre metro, cercanías y alta velocidad”. Ello es debido al hecho de que la galería se encuentra por debajo del nivel de Hurtado de Amézaga, aproximadamente al nivel -2, el mismo al que se encuentran las líneas de alta velocidad, por lo que un viajero del TAV que llegue en suburbano hasta la estación podrá acceder directamente sin tener que utilizar escalera o ascensor alguno.

En definitiva una tupida red de entradas y salidas que garantizará la permeabilidad de los itinerarios de los usuarios de la estación, así como de los viandantes que utilicen las futuras conexiones peatonales para atravesar sin problemas las dependencias ferroviarias y crear una nueva movilidad entre las dos partes de la ciudad. Estos recorridos serán complementarios a las dos arterias urbanas para vehículos y peatones que se construirán en superficie y que prolongarán desde la zona del Ensanche hacia San Francisco por las actuales calles Padre Lojendio y Bertendona.

El informe técnico también describe los accesos para el tráfico rodado, por dónde accederán los vehículos al gran aparcamiento, también soterrado, que en sus cuatro niveles acogerá un máximo de 500 vehículos.

La nueva ubicación de este cajón al lado de la calle Bailén en lugar de pegado a la calle Hurtado de Amézaga, como se detallaba en el anterior diseño, permite generar una nueva entrada. Así, se mantiene el acceso particular desde Amézaga con dos rampas, una de ingreso y otra de salida, y crea otro desde Bailén único para ambos sentidos de la marcha y ubicado frente al número 7 de la mencionada calle. Este último permitirá entrar directamente en el estacionamiento, mientras que llegando desde Hurtado de Amézaga habrá que atravesar la estación por un vial a la altura del nivel -1,5. Esta arteria soterrada, que se ubicará aproximadamente bajo la prolongación de la calle Padre Lojendio, atenderá también las necesidades de transporte que requieran las instalaciones ferroviarias que se habilitarán a esa altura.

Finalmente, hay previsto un espacio en la referida prolongación para un kiss & ride, el término en inglés para designar la acción de llevar en coche a un familiar a la estación despedirle con un beso y abandonar la plaza para que sea utilizada por otro vehículo.