Bilbao - La emblemática escultura del tigre que ruge sin cesar desde hace décadas en lo alto de uno de los edificios de Deusto necesita una reforma. Tras una revisión realizada a la pieza de hormigón se han detectado algunas fisuras en la estructura del felino que los técnicos recomiendan corregir para evitar mayores problemas. Concretamente, el pasado miércoles los vecinos del inmueble donde se sitúa el tigre mantuvieron una reunión para tratar esta cuestión. En el encuentro se les entregó un informe técnico de la pieza donde se detalla cuáles son los problemas que presenta y qué se debe de hacer para solucionarlos. En esta misma reunión vecinal les fue presentado el presupuesto que supondrá llevar a cabo la reparación de la famosa pieza. Al tratarse de un inmueble privado, la reparación de la obra del escultor Joaquín Lucarini deberá ser abonado por los propios propietarios del inmueble sobre el que se erige el tigre. Se trata de un edificio en forma de L con un portal que da a Botica Vieja y cuatro a la calle Rafaela Ybarra. Los años no pasan en balde para nadie y tampoco para esta gran pieza de nueve metros de longitud que se asoma desde mediados del siglo XIX rugiendo en lo alto de este edificio. Una obra que ha logrado convertirse en todo un símbolo para Bilbao, testigo del pasado industrial y que ahora necesita ahora ser reformado. El edificio sobre el que vigila a los bilbainos albergó las oficinas de la empresa Correas El Tigre y con los años fue rehabilitado y convertido en viviendas de lujo. El edificio se curva en la esquina, creando un mirador de corte cilíndrico, más propio de casas señoriales que de la arquitectura industrial, lo que le dota de un aire muy personal. Este cilindro parcial está rematado por una torreta: dos terrazas semicirculares porticadas con columnas, a modo de templete. Tiene esta torreta doble altura que el resto de los pisos y sirve de pedestal para la imponente escultura que remata el edificio.

¿Tigre o leona? El tigre de Deusto cuenta con mucha historia; un felino del que se llegó a pensar que podía ser una leona pero que finalmente quedó demostrado que no gracias a sus atributos masculinos. Esta enorme escultura llega a la calle Botica Vieja de Bilbao en el año 1943, tras ser esculpida por el escultor vasco Joaquín Lucarini. Dos años antes, en 1941, Pedro Ispizua diseñaba un edificio destinado a albergar la que sería la fábrica, las oficinas y el local de exposición de la empresa.

El dueño del edificio, Miguel Mendizabal, pidió un año más tarde a Lucarini que creará una escultura de un tigre de hormigón para coronar la empresa de correas que él había creado, cosa que llegó un año más tarde. Hay quienes cuentan que Mendizabal mandó instalar al fiero tigre en lo más alto del edificio tras un encontronazo con la burguesía local, para demostrar el poderío de la empresa en la zona; una fiera que ruge sin cesar mirando hacia de Indautxu.