Aunque haya quienes se empeñen en hablar de crisis juvenil, en Cáritas Bizkaia opinan que sería más conveniente hablar de crisis del modelo social o de sociedad. Un escenario de fragilidad y de inseguridad marcado por las crisis de distinta naturaleza encadenadas, que cada vez afecta a más personas –trabajadoras incluidas– y que está desembocando en un mayor distanciamiento entre generaciones. Una situación de desigualdad que, en el caso de las personas más jóvenes, echa raíces con rapidez y se agrava cuando el entorno familiar atraviesa por problemas.
Las consecuencias más conocidas de esa brecha son los problemas para acceder a una vivienda y para tener un empleo. Sin embargo, la exclusión de la juventud se extiende peligrosamente por otras dimensiones de la vida; por ejemplo la del ocio. Y es que muchos jóvenes quedan fuera de los espacios de diversión y entretenimiento, cultura y deporte debido a la falta de recursos económicos. Este hecho limita la posibilidad de hacer amistades y es el germen de esa desconexión juvenil de todo cuanto le rodea. Así lo firma Cáritas Bizkaia en un estudio elaborado junto a Foessa y UPV/EHU.
Ana Sofi Telletxea, responsable del Departamento de Análisis y Desarrollo de esta organización, incide en esa idea cuando sostiene que “el aislamiento, la soledad, la falta de apoyos familiares… influyen más en esa cronicidad, en esa dificultad para salir adelante. Es que ya no es una cuestión de tener o no tener dinero. Cuando hablamos de exclusión y que se está cronificando es porque hay más problemas que el dinero, que se acumulan y se mantienen y te van alejando…”, ilustra.
En la actualidad, Cáritas Bizkaia atiende a unos dos mil jóvenes de entre 18 y 25 años –coincidiendo con la etapa de transición a la vida adulta– y otros doscientos más son acompañados durante uno o dos años por el Área de Juventud. Están en situaciones muy distintas. Hay jóvenes que viven con sus familias, con lo cual el apoyo que se presta es para la unidad familiar. A veces es atención psicológica, otras asesoramiento jurídico en procesos de regularización cuando han encontrado un trabajo….
“También estamos detectando que hay más jóvenes en nuestros espacios comunitarios de promoción social y personal. Jóvenes que están estudiando o en situación de pobreza y exclusión. Hacer un taller de algo les permite sentirse que están en un lugar seguro”, apunta Telletxea. Y luego están los jóvenes que vienen de procesos tutelados, que no están en familias, que residen en viviendas o recursos residenciales “que tenemos junto con Diputación” y con quienes hacen toda esa labor de acompañamiento, describe en declaraciones a DEIA. Para todos ellos, el personal voluntario y profesional de Cáritas Bizkaia son sus referentes.
“Hablamos de empleo, pero esos jóvenes están muy faltos de vínculos, de espacios de pertenencia, de alguien con el que continuar el camino”, insiste. Es una etapa crítica en la que se acrecientan los conflictos emocionales y las dificultades materiales, “especialmente entre quienes proceden del sistema de protección”. Incluso puede que tengan empleo, una habitación o una vivienda compartida, pero esa referencia… “Hemos sido y somos su familia. El tiempo que están con nosotras en el programa es un tiempo en el que les ayudamos a construir vínculos, a conectarles con espacios comunitarios”, como el barrio donde viven. Lo contrario, la inestabilidad, la falta de una red familiar, la soledad y el aislamiento únicamente contribuyen a multiplicar el riesgo de exclusión de la juventud.