Encontrar trabajo hoy en día no es fácil para nadie. La sobrecualificación está a la orden del día y los perfiles y requisitos que demanda el mercado en ocasiones no van acorde a las condiciones laborales y salariales que ofrecen las empresas. Una realidad que afecta al conjunto de la ciudadanía y que lo hace con más fuerza en el caso de ciertos colectivos vulnerables cuyas dificultades a la hora de insertarse en el mercado laboral son aún mayores, como es el caso de las personas con discapacidad.
Es aquí donde entran actores como Lantegi Batuak que, gracias a su programa de empleo con apoyo, ha logrado que 383 personas con discapacidad intelectual den el salto a trabajar en empresas ordinarias en los últimos 30 años. Dos de esas personas son Iker Arteaga e Iñaki Martínez. Ambos están trabajando en una empresa al uso tras gracias al programa de empleo con apoyo de Lantegi Batuak y ahora son uno más en la plantilla. Iker trabaja en El Capricho de Loren, una empresa ubicada en Sondika que elabora brochetas y gildas gourmet, e Iñaki es parte del equipo de Lanleku, una compañía dedicada a la carpintería metálica.
Un sueño cumplido
Iker Arteaga lleva dos años y medio trabajando en El Capricho de Loren. Lo primero que hace al llegar a trabajar es colocarse la bata y el gorro de protección que se requieren para entrar en la zona de manipulación de alimentos, y después atiende a DEIA algo nervioso. "Trabajo con el género. Limpio las guindilllas, pelo los langostinos y los lavo, cojo cosas del almacén como aceitunas, bacalao, salmón o bonito cuando necesitan... Hay días que se pasa el tiempo y ni me entero", explica con detalle. Asegura que le gusta lo que hace y que la relación con sus compañeras es muy buena. "Me tratan muy bien y yo les correspondo de la misma manera, tratándoles muy bien", apunta.
Aunque ahora cumple su trabajo de manera rigurosa y controla perfectamente cada uno de los pasos que debe seguir, recuerda que el primer día "estaba más perdido que un cerdo en una perfumería". Completó sus estudios hasta Bachillerato y después realizó un curso de soldadura y calderería en el centro de Lantegi Batuak en Derio que le permitió incorporarse a la cadena de montaje de una empresa.
Su inclusión en el mercado laboral y el empezar a trabajar en El Capricho de Loren permitieron a este bilbaino de 45 años cumplir un sueño que tenía desde pequeño: viajar a Japón. Hace un año viajó al país asiático y describe la experiencia como "preciosa". Preguntado por sus planes de futuro, Iker lo tiene claro: seguir como hasta ahora para seguir viajando y conociendo mundo. ¿Su próximo destino? Japón, claro. "Me gustó tanto que voy a repetir", asegura con una sonrisa.
Un trabajo impecable
Lorenzo Grijalba, hostelero de referencia en Barakaldo, regenta El Capricho de Loren. Desde hace dos años y medio cuenta con Iker Arteaga en la plantilla y, aunque nunca antes había trabajado con una persona con discapacidad intelectual, asegura que le experiencia está siendo "muy buena". "Iker trabaja espectacularmente bien. Es una persona muy responsable, solo hay que decirle las cosas una vez. No hay que forzarle porque sabe perfectamente lo que tiene que hacer", asegura.
La idea de incorporar a una persona con discapacidad intelectual en la plantilla surgió cuando montaron el obrador. "Hay una serie de actividades que no requieren de una concentración muy alta y que podrían ocupar personas en esta situación para integrarlas en el mercado laboral", explica Loren, como le conocen en el negocio.
"El primer día estaba más perdido que un cerdo en una perfumería"
Más allá de la deducción en la cotización a la seguridad social de la que las empresas se benefician por el hecho de emplear a una persona con discapacidad intelectual, Grijalba asegura que como empresario le gustó la idea de poder adaptar un puesto para estas personas y ayudarlas a integrarse en el mercado laboral. "Iker es uno más en la plantilla, tiene contrato indefinido como el resto de sus compañeros y cobra lo mismo", asegura.
Lorenzo explica que Iker es el encargado de pasar el control de calidad a las guindillas. "Cuando llega un pedido él es el encargado de ver si pican o no pican, ya que una guindilla para una gilda no puede picar. Él es quien pasa el filtro de cuáles pasan y cuáles no", apunta. De hecho, Loren asegura entre risas que "Iker tiene muy buen paladar, me fio más de él que de mí mismo".