Cerrar un negocio de éxito por falta de relevo generacional es un fracaso y venderlo conduce en ocasiones al mismo precipicio y con consecuencias similares: puestos de trabajo que se pierden y rotura de la cadena de generación de riqueza en el entorno. Un programa puesto en marcha por la Asociación de Sociedades Laborales de Euskadi (ASLE) y el Gobierno vasco, que cuenta con financiación de la Unión Europa, da una solución a ese problema: la entrada en el capital de los trabajadores.
Por un lado, se garantiza la continuidad de las actividad, pero también del negocio, ya que los nuevos propietarios tienen ya la experiencia necesaria para que el presente, muchas veces de éxito, se proyecte en el futuro. Ya recorrieron en el pasado ese camino Conseur 2000 (especializada en el transporte seguro de mercancías y con sede en Derio), Tisa (organizadora de congresos y eventos profesionales, con oficina en Bilbao), Belmek (Bergara, planta de mecanizados industriales) y Casa Aramendia (cadena de pastelerías con 19 tiendas en Gipuzkoa). Son tres ejemplos de esta dinámica.
El modelo americano
A falta de conocer el primer balance de Esku-Aldatuz –se puso en marcha justo a finales del año pasado– la apuesta por ese modelo de sucesión es total y es un camino que lleva décadas explorándose en la primera economía del mundo. En Estados Unidos el principal agente que impulsa estas iniciativas es ESOP (Employee Stock Ownership Plan/Plan de Propiedad de Acciones de Empleados), cuyo presidente y CEO, James Bonham recibió el pasado miércoles el Premio Internacional Txemi Cantera de ASLE.
La Asociación vasca de Sociedades Laborales entregó el mismo día, precisamente a Casa Aramendia, el primer premio Cantera de la Economía Social, un premio creado bajo el lema joven, comprometida y con futuro, que “reconoce y visibiliza” a las empresas que han apostado por el desarrollo interno, con gente de casa y generar nuevos empleos, de menos de diez años.
Más allá de la franquicia
Aramendia es un obrador y pastelería que en 2020, innovó y dio nueva vida a este proyecto bajo el modelo de sociedad laboral, en respuesta a la jubilación de la propiedad. Actualmente cuenta con 19 tiendas en Gipuzkoa y 20 personas socias trabajadoras. Es una revisión asociativa del modelo de franquicia: expandir el negocio a partir de una marca reconocida, que gana peso con la apertura de nuevos establecimientos, pero siempre salvaguardando la propiedad y situando al mismo nivel a las personas que asumen el riesgo del emprendizaje.
El número de sociedades laborales vizcainas se ha consolidado en torno a las 200. Los últimos datos hechos públicos por el Ministerio de Trabajo y Economía Social referidos a septiembre de este año apuntan a 194 empresas de este tipo, la cifra más alta de la CAV. El dato está ligeramente por debajo del de hace 12 meses, y el empleo generado se mantiene en torno a las 2.500 personas. La mayoría de ellas (142) son sociedades limitadas y 41 son anónimas.
Liderazgo de Euskadi
Bizkaia mantiene su liderazgo en este capítulo de la economía social, incluso por encima de Gipuzkoa, a la que ha sacado terreno este año pese a ser el territorio en el que el cooperativismo está más extendido.
En Bizkaia no hay sociedades de este tipo dedicadas a actividades del sector primario. La mayoría operan en el campo de los servicios, con un total de 120 compañías. Le sigue después la industria, con cerca de 50, aunque lejos del nivel guipuzcoano (79). Sin embargo, en la construcción, la economía vizcaina lidera con 26 empresas el panorama de la CAV.