Bilbao – La música desafina con la imagen que proyecta el país, pero hay cooperativismo en Estados Unidos. Y, según explica James Bonham, consenso político para explorar esa vía para garantizar el arraigo de las empresas.
ASLE ha premiado su liderazgo al frente de ESOP, ¿cuál es su función?
—Represento a las empresas laborales de Estados Unidos, pero en los últimos años nuestra fundación ha empezado a trabajar en el liderazgo global para ayudar a impulsar la adopción de más propiedad de empleo en todo el mundo. Creo que ese es el trabajo que ha reconocido ASLE. Estoy muy agradecido con el premio y honrado, muy honrado.
¿Es un modelo habitual en EE.UU., hay otras asociaciones similares?
—Nuestra asociación representa aproximadamente 6.700 compañías y a unos 14 millones de americanos que tienen participación en la propiedad de la empresa en la que trabajan. En total tienen unos dos billones de dólares de propiedad en sus compañías. Y cada año, mientras esos empleados se retiran o dejan de sus negocios para tomar otros empleos, nuestras compañías ESOP pagan casi 165.000 millones de dólares a esos propietarios. Es una manera tremenda de tener y operar un negocio. Y parte de nuestra ambición es encontrar formas de impulsar a otras naciones a adoptar planes en su esquema de leyes para crear propiedad de empleo en sus economías. En países como el Estado español, donde hay una larga historia de propiedad de empleo a través de sus sociedades de trabajo o de sus cooperativas, nuestro objetivo es mejorar sus leyes y estar preparados para algunos de los cambios que van a venir globalmente y económicamente como resultado de la consolidación de la riqueza entre los inversores ricos.
¿Es una vía de compensación de las lagunas del sistema público de pensiones de EE.UU.?
—Nuestro sistema de retiro está basado en tres columnas. Una es el ahorro personal que acumulas con el tiempo. Otra es tu plan de pensiones. Y la tercera es nuestro sistema de seguridad social, que no fue diseñado para cubrir los costes de retiro. Nuestros ESOP ofrecen una herramienta adicional para el retiro para los trabajadores estadounidenses que trabajan en empresas de empleo. Se ha demostrado que estos trabajadores llegan a tener más de dos veces de capacidad de gasto de retiro comparado con otros trabajadores. Y las empresas ESOP tiene más estabilidad en el empleo y son más resilientes ante desventajas económicas. Es uno de los planes de retiro más efectivos que la ley estadounidense permite.
Se dice que Estados Unidos es el país de las oportunidades, ¿también para las cooperativas?
—La mayoría de los ESOP en Estados Unidos se forman cuando el propietario de la empresa se va a retirar o quieren vender. Y solo hay tres opciones: vender a un competidor, a un comprador estratégico o a un fondo de inversión, que puede cerrar la empresa y liquidar los activos o a sus empleados en el futuro. Generalmente no se ve un ESOP desde el inicio de la empresa y las cooperativas en EE.UU. son diferentes a las de aquí. Son muy pequeñas: dos, tres empleados, hasta un máximo de diez o 15. El reto es darles escala y el modelo ESOP permite la propiedad de los empleados en muchas empresas grandes.
¿Qué tamaño tienen sus empresas asociadas?
—Desde un tamaño de 15 o 20 empleados hasta una cadena de supermercados [Publix] que tiene 300.000 empleados. El modelo es una solución maravillosa para la planificación de la sucesión y es un reto que todos los países están enfrentando en este momento con la retirada de la generación del baby boom. En EE.UU. vamos a ver en los próximos diez años la mayor transferencia de propiedad de riqueza en la historia: 7,3 billones de dólares de empresas van a tener que transferirse a una nueva propiedad. Y nuestra esperanza es que podamos facilitar algunas de esas transferencias para que los empleados sean los compradores en lugar de fondos de inversión grandes que tienen un recorrido terrible de inversión en comunidades y que a menudo las llevan a la bancarrota.
Es un problema global.
—Cierto. Seguro que aquí también están afrontando problemas demográficos similares, con propietarios que van a retirarse en los próximos años y necesitan tener una solución de futuro para su empresa. Si no tienen un familiar o un miembro de la comunidad que esté preparado o interesado en seguir con el negocio y seguirlo funcionando, tienen que hacer algo con él. Antes que venderlo a un competidor o a un fondo de inversión, lo ideal sería venderlo a los empleados porque entonces el negocio se convierte en la ruta de la ciudad o de la comunidad. Porque estos propietarios no tienden a vender su negocio a un inversor extranjero, tienden a prolongar sus propios trabajos y se convierten en agentes activos y profundos en su propia economía local.
No sé si el modelo casa con la política de Donald Trump, está su Administración apoyando iniciativas de este tipo.
—En EE.UU. somos muy afortunados en esto. Hemos trabajado muy duro para asegurarnos que todos los partidos políticos apoyan la propiedad de los empleados. Sean demócratas o conservadores, tenemos casi un apoyo unánime. En este Congreso hay mucha división y es muy difícil que se pongan de acuerdo en cualquier cosa. Sin embargo, recientemente se aprobó una ley que fue apoyada por Bernie Sanders, uno de los senadores más liberales, así como por los más conservadores del Senado. Todos se unieron y apoyaron la ley que estamos pidiendo para ayudar a avanzar la propiedad de los empleados. Y la Administración Trump ha apoyado nuestra solicitud de simplificar y clarificar la regulación
¿Conoce del modelo cooperativista vasco?
—La trayectoria de las cooperativas y la propiedad de los empleados aquí es algo de lo que deben estar muy orgullosos. Hay empresas que llevan mucho tiempo sido muy exitosas. Y creo que el movimiento cooperativo en el País Vasco ha sido muy exitoso a la hora de mantener la industria en España. Ahora me preocupa que el sistema que tienen no pueda dar respuesta a la enorme cantidad de inversiones extranjeras que están constantemente intentando comprar empresas y convertirlas en otras empresas o extraer el valor de la propiedad intelectual, el conocimiento y moverlo a donde sea con el mínimo costo para operar. En los próximos 10 años los fondos tendrán que invertir cerca de 30 millones de dólares en el mundo. Y van a todos lados. En América ya suponen casi el 20% de los activos productivos de nuestros negocios. Y donde sea que vayan los fondos están siendo muy agresivos y ofrecen ofertas que son muy difíciles de rechazar, pero crean una travesía económica que deja comunidades y ciudades pequeñas sin una base económica porque han extraído toda la riqueza y la han enviado a otros lugares y no reinvierten en sus negocios.
¿En qué sentido le preocupa?
—Me preocupa porque la estructura cooperativa que tienen no permite el tipo de propiedad de los empleados que será necesario para combatir ese tipo de inversión. Y les encargaría a sus gobiernos ver lo que está pasando en el mundo en este momento. La propiedad de los empleados está creciendo y es necesario facilitarla desde la administración.