"Me gusta ser violinista, es lo que más me gusta, pero quiero hacer música, no solo tocar a Mozart. Eso es lo que ha marcado mi carrera". Así entona Unai Celaya su trayectoria en el pentagrama, saltándose la rigidez y la pauta de sus líneas equidistantes, y así atrapan todo el sentido aventuras como la asociación Villalacre, “un proyecto idílico que funciona”, asegura este leioaztarra anclando al sueño los pies en el suelo. La esencia de este grupo de cinco músicos se esparce desde allí, desde ese pueblo rural de Las Merindades, Villalacre, donde las melodías clásicas y el jazz de la banda ponen acordes al campo y el silencio. Desde allí, además, surgen ideas que crecen y se extienden, como The muted ensemble, que llegará hasta Kultur Leioa el 15 de noviembre.

Este espectáculo pone música a películas mudas. En el proyector: se reproduce el film sin voces; en la sala: suenan violín, saxofones, piano y contrabajo marcando los ritmos de las escenas. A la par. En sincronía. Ese es el diálogo. “En este caso, en Leioa, tocaremos la banda sonora original de Luces de la ciudad (1931), adaptada para cuatro instrumentos”, indica Unai. Una obra de arte en la que un vagabundo (Charles Chaplin) pasa mil y un avatares para conseguir dinero y ayudar a una florista ciega (Virginia Cherrill) de la que se ha enamorado. “Algo muy bueno de Luces de la ciudad es que es un peliculón. Acaba y todo el mundo se pone a aplaudir y, entonces, nos llevamos los aplausos de Chaplin y los nuestros. Si la peli es una mierda... Así que para nosotros, Chaplin es espectacular”, sonríe el violinista. Overture / Unveiling the Monument, Afternoon, The Flower Girl, Evening / The Millionaire... y otros títulos serán las canciones de este singular concierto que nutre The muted ensemble, ese argumento cinematográfico que se posó en el escenario. “Ahora hemos creado música para El maquinista de La general, no teníamos las partituras originales, porque no aparecen por Internet y no sabíamos cómo conseguirlas, así que pensamos en hacer nosotros las composiciones. Estrenamos hace nada y fue un éxito”, reconoce este leioaztarra. Así que los compases verdaderos se mezclan con los alumbrados en esta propuesta de Villalacre – integrada también por Adrián Carro, Joaquín Marco y Guillermo Martínez –. Eso sí, la elección de la peli es fundamental. Por lo de la ovación y eso... “Nos gusta recuperar películas clásicas del cine mudo, pero que respeten valores actuales. Chaplin no da problemas porque su tono es muy actual. Pero es difícil encontrar una peli hecha en 1923 que no sea machista. Con otros autores hemos tenido que echar para atrás la idea porque decíamos: Es que aquí la chica aparece como una idiota... También suelen salir fumando y bebiendo mucho. Intentamos valorar eso y recuperar obras que compartan contemporaneidad con nosotros”, reflexiona Unai.

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El violín, desde siempre

Este es el presente de este artista de Leioa que en el pasado, desde pequeño, acariciaba el violín como pocos... Meció el instrumento en el conservatorio de Leioa y desde entonces... “Gracias a una profesora de Leioa asistí a unos cursos que daban en el conservatorio de Bilbao. Venía una profesora de Musikene, Keiko Wataya, una japonesa con mucho renombre, que cogía a pocos alumnos, pero me seleccionó y desde los 12 años trabajé con ella hasta la carrera, que también estuve con ella. Me tocó esta profesora de la hostia y pude tener una educación más avanzada desde joven”, traslada Unai, que completó sus conocimientos en Musikene y embocó el mundo musical. “He estudiado una carrera muy clásica, pero siempre he utilizado el violín para más cosas; ya con 15 años salía con un trompetista a la calle a tocar El padrino. Siempre he tenido ese lado no solo de intérprete de música clásica, sino de músico para ganarme la vida en un camino no tan cerrado como el de las orquestas o el de dar clase”, remarca. Por eso, Villalacre. Por eso, las colaboraciones con las compañías de teatro Gorakada o Hika. Por eso, la creatividad y los vuelos sin líneas horizontales.