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Familia de acogida de niños ucranianos: "Sabemos que no es un adiós definitivo, sino un hasta luego"

Emociones a flor de piel en la despedida de los menores, que han disfrutado de un verano inolvidable y ya esperan regresar en Navidad

En imágenes: El regreso a Ucrania tras un verano maravilloso en EuskadiBorja Guerrero

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Lágrimas, abrazos interminables y niños que no querían separarse de quienes han sido su segunda familia han marcado este jueves la despedida de los 95 niños y niñas ucranianos que han pasado los dos últimos meses en Euskadi y Nafarroa gracias a la iniciativa de la asociación Chernobil Elkartea. Durante la jornada se han vivido momentos de emoción intensa, con familias consolando a los pequeños y compartiendo recuerdos de un verano lleno de juegos, risas y nuevas experiencias.

Los menores han partido en autobuses cargados de maletas, recuerdos y promesas de reencuentro. Les espera un viaje largo por carretera hasta su país, que se alargará durante varios días, ya que el espacio aéreo ucraniano continúa cerrado a causa de la guerra. Mientras tanto, en los rostros de las familias se ha reflejado la mezcla de tristeza por la despedida y de satisfacción por haberles dado un verano de tranquilidad, juegos y cariño. Los propios niños han mencionado que se lo han pasado increíble y que están deseando volver a Euskadi en Navidad.

"Ha sido una experiencia muy bonita, los niños han dado muchísimo cariño y lo duro ha llegado ahora, en la despedida", ha confesado Carmen Orrantia, todavía con la emoción en la voz y lágrimas en los ojos. Como muchas otras familias, se ha consolado pensando en que en Navidad volverá a recibir en su casa a la pequeña que ha acogido. "Sabemos que no es un adiós definitivo, sino un hasta luego".

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Ese consuelo de que la separación es solo temporal ha estado muy presente entre quienes se han despedido en Arrigorriaga. Algunas familias han tenido ya un largo recorrido en este programa de acogida y han reconocido que cada verano se ha hecho más difícil. Maite Lanzagorta y Jesús Urritxe han despedido por cuarta vez a Bohdy. "La experiencia ha sido fantástica y totalmente recomendable para todo el mundo. Después de tantas veces, ya es como de la familia prácticamente", han asegurado. Este verano, además, Bohdy ha estado acompañada de su amiga Katia, que ha llegado por primera vez. Aunque hablaba poco castellano, pronto se ha integrado en la vida familiar. "Son niños muy abiertos y se hacen querer enseguida", han relatado.

Con más de ocho años de experiencia en estas acogidas, Koldo Bartolomé ha reconocido que las despedidas nunca se han hecho fáciles. "Empezamos con la hermana de Nastia y desde entonces no hemos parado. Las despedidas han sido duras, pero sabemos que volverán y que no ha sido un adiós. Estos viajes han significado un respiro para ellos, antes de la guerra ya lo eran y ahora lo son todavía más. Es como un bypass en sus vidas. Aquí han desconectado, han respirado y vuelven con más fuerza", ha explicado.

Experiencia enriquecedora

La propia asociación ha subrayado la importancia de entender el sentido de estas estancias. María José Rodríguez, voluntaria de Chernobil Elkartea que ha participado durante tres décadas en este programa, ha reconocido que, pese a la experiencia acumulada, "las despedidas han seguido siendo igual de duras". "Son tristes, porque nadie quiere separarse después de dos meses de convivencia, pero también son motivo de alegría, porque los niños han disfrutado, han ganado salud y ahora vuelven a su familia de origen. Hemos tenido que mentalizarnos de que la acogida ha sido temporal y de que lo importante ha sido que los niños hayan vivido aquí una experiencia enriquecedora, pero que luego regresen con los suyos", ha subrayado.

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El ambiente en Arrigorriaga ha sido de sonrisas y lágrimas. Algunas familias se han aferrado a la certeza de que en Navidad volverán a reencontrarse con sus pequeños, mientras que otras se han resignado a que el silencio invada sus casas, después de semanas llenas de juegos, risas y cariño. Entre tanto, los autobuses han partido poco a poco rumbo a Ucrania desde distintos puntos de salida –Iruñea, Irun, Gasteiz y Arrigorriaga–.

Chernobil Elkartea ha deseado a los menores un feliz reencuentro con sus familias biológicas y ha expresado, una vez más, su esperanza de que la guerra termine cuanto antes para que puedan vivir una infancia sana, lejos de preocupaciones que ningún niño debería tener. La emoción, sin embargo, se ha quedado en Euskadi y Nafarroa, en forma de recuerdos imborrables y de la certeza de que estos niños y niñas siempre tendrán aquí un hogar esperándoles.