Arrankudiaga-Zollo y Laudio revisan sus fronteras junto al mojón de Santa Ana
Los cargos electos de las población vizcaina y de la alavesa han cumplido con la tradición de verificar unos límites territoriales que fueron motivo de luchas y conflictos
Una apacible área recreativa con barbacoas, mesas y bancadas de madera y un pequeño parque infantil. Son las campas de Santa Ana, pertenecientes en gran parte al término municipal alavés de Laudio, pero con terrenos compartidos con la localidad vizcaina de Arrankudiaga-Zollo. Lo que hoy en día es un espacio de encuentro para vecinos, familias o amigos, fue hace más de tres siglos motivo de confrontación y escenario de duras luchas y batallas protagonizadas por los habitantes de ambas poblaciones limítrofes para obtener la propiedad de este paraje.
Mojón desde 1751
La histórica disputa quedó zanjada en 1751, cuando la Real Chancillería de Valladolid fijó y ordenó el amojonamiento de las tierras con la colocación, en un punto concreto de la campa, de una piedra con forma trapezoidal que, desde entonces, marca la frontera jurisdiccional entre Arrankudiaga-Zollo y Laudio.
En su parte frontal consta la inscripción Santa Ana, puesto que una creencia popular asegura que, en pleno conflicto entre ambas localidades colindantes, se apareció la imagen de la Virgen. Incluso aseguran que se llegó a levantar un pequeño templo en su honor en la misma zona donde se acabó ubicando, finalmente, el mojón.
Cordial revisión de fronteras
Y cada 26 de julio, festividad de Santa Ana, los cargos electos de Arrankudiaga-Zollo y de Laudio tienen una ineludible y apacible cita con la tradición para revisar sus límites territoriales junto al mojón de Santa Ana. Así ha vuelto ha ocurrir este sábado, como siempre, a las 10.00 horas.
En esta ocasión, la delegación laudioarra ha sido la primera en llegar al punto de encuentro donde ya se encontraban algunos vecinos observando el estado de la piedra. “¿Habéis verificado que está en su sitio?”, ha preguntado una concejala. “Mientras esté cayendo hacia terrenos de Arrankudiaga no hay ningún problema. Todo en orden”, ha contestado satisfecho uno de los asistentes más veteranos.
Pocos minutos antes de la hora fijada, ha aparecido la representación vizcaina. Ha sido el momento de proceder al simbólico acto de clavar los chuzos de punta junto al mojón. Tres por el Noble Valle de Llodio (datados en 1788) en su terreno y, al otro lado de la muga, uno correspondiente a Zollo (de 1784) y otro en representación de Arrankudiaga (de 1790).
Y, por último, el alcalde de la población vizcaina, Txutxi Ariznabarreta y la teniente Alcalde de Laudio, Nagore Gomara,han colocado sobre el pedrusco y de forma horizontal las respectivas makilas de mando de sus Ayuntamientos. Tras este gesto, ha llegado el momento de dar el visto bueno a los límites territoriales. “Está en su sitio, en el lugar que demarca la línea fronteriza”, ha asegurado Ariznabarreta.
Es la confirmación que permite, a los cargos electos de ambas corporaciones y a los vecinos asistentes, traspasar ya todas las fronteras y mezclarse en las campas de Santa Ana para conversar amigablemente sobre el acto, la tradición y sus curiosidades. Finalmente, todos han acabado posando en la habitual foto de familia para tener un recuerdo de la nueva edición del evento y la sencilla tradición ha culminado con el habitual lunch que, en esta ocasión, ha tocado preparar y pagar a la delegación laudioarra.