La larga pared de 57 metros de la escuela pública Allende Salazar de Gernika-Lumo dejará de ser un simple muro para convertirse en símbolo de paz y memoria compartida. Desde este fin de semana, una treintena de alumnos de Arteskola, centro educativo de referencia en la villa foral, especializado en formación artística y talleres de artes plásticas, dará color a doce murales inspirados en el Ikebana, el arte floral japonés que busca armonía entre naturaleza y espíritu mediante composiciones delicadas y meditativas.
Cada mural ocupará seis metros cuadrados y plasmará motivos florales surgidos en templos budistas como ejercicio de introspección y equilibrio. Un panel explicativo, en castellano y euskera, permitirá a vecinos y visitantes comprender el sentido de la intervención, que se prevé terminada a finales de agosto.
Fraternidad
Más que una decoración, el mural es un gesto de fraternidad hacia Hiroshima y Nagasaki, ciudades hermanadas con Gernika por su historia marcada por bombardeos devastadores y un compromiso común con la memoria, la reconciliación y la paz. “Queremos estrechar lazos entre ciudades que, pese al sufrimiento vivido, buscan un futuro de paz. Este mural, que combina estética, pedagogía y memoria, es también un mensaje humano”, destacó el alcalde José María Gorroño.
Con esta obra, Gernika reafirma su apuesta por la cultura y la creación como puente para unir memorias y esperanzas.