La ausencia en Ajo de familias vascas, muchas de ellas vizcainas, "ya está perjudicando" a los comercios de la localidad cántabra. Sergio Lainz, propietario del restaurante Labu, es uno de los locales afectados ya que además de comprar el pan diariamente o la comida, el poteo de las familias vascas por el pueblo es algo que los hosteleros mencionan con gran entusiasmo.

"Los vascos vienen aquí y si no se quedaban en el camping solían venir al bar", confiesa Lainz. El local, que cuenta con un amplio comedor con capacidad para 180 personas se ha consagrado como una referencia en cuanto a restaurantes en Ajo.

En esta dirección, Sergio Lainz indica que "la verdad que se nota. Va a tener una repercusión bastante negativa pero es lo que hay".

Hostelería como piedra vital

La hostelería es uno de los puntos fuertes de ajo ya que en la temporada estival se multiplican los números de habitantes que habitualmente residen en el pueblo cántabro –menos de 2.000–. En estos meses, es cuando la hostelería aprovecha para servir cervezas o refrescos a personas que no lo hacen durante todo el año.

"Se nota tanto por la mañana como el mediodía", expone. "Son comidas que se dejan de dar, cenas, aperitivos, cafés, desayunos" y un largo etcétera.

Al igual que está sucediendo a cuentagotas en algunos establecimientos del pueblo, como el de Rubén, de Recuerva, los clientes estivales ya se han despedido de Sergio. "Es una pena", apostilla.