Aunque de manera inconsciente todo el mundo vincula los premios Goya a los reconocimientos de la popularmente conocida como Academia de Cine, lo cierto es que tal nombre es una concesión pactada hace unos años por el glamuroso certamen con la Asociación de Fotógrafos Profesionales de Aragón creadora en 1983 de este certamen bienal considerado como el más relevante de los premios estatales de la profesión fotográfica.
En esta edición, la número 21, el concurso –que no tiene dotación económica– cuenta con siete categorías: boda y posboda, comunión, gráfico, infantil, libre creación y retrato, a las que se han presentado 417 instantáneas de 62 autores de todo el Estado.
Uno de esos artistas es la abantoarra Rebeca Alonso, que ya fuera seleccionada como finalista en la edición de 2021 y que atesora numerosos premios y reconocimientos como haber sido elegida componente del equipo español en la World Photografic Cup de 2018 y 2023. “A nivel de España, estos Goya son el premio que más prestigio tiene entre los profesionales por lo que poder estar en la pomada del Goya significa que estás llegando con tus fotografías, que los miembros del jurado han visto algo en ellas. El solo hecho de que estés seleccionada ya es en sí un premio”, valora esta abantoarra de La Balastera que sigue con la misma pasión por la fotografía que ya cultivaba de pequeña con la cámara de su aitas recorriendo los alrededores de la casa familiar.
Una pasión que con los años derivó en una dedicación profesional que la llevó a montar su estudio fotográfico en Ortuella, localidad donde reside con su familia. “Para mi ha sido muy emotivo que el Ayuntamiento de Ortuella haya recogido en sus redes mi participación en los Goya señalándome como nuestra vecina porque aunque soy de Abanto-Zierbena lo cierto es que Ortuella es mi hogar”, relata esta excamionera que viajaba por todo el Estado repartiendo piezas de automoción impregnando su retina de paisajes naturales dignos de ser inmortalizados. Un deseo de acercarse con su cámara a la naturaleza que ronda por su cabeza mientras supera un bajón anímico causado por un problema de salud que le tiene en el dique seco laboral.
Es mi vida
“He estado muy tirada física y psicológicamente con la enfermedad porque supuso un parón total. Entonces he decidido que esos ratos en los que puedo voy a seguir creando y haciendo cosas en la manera que pueda. Es que la fotografía es mi vida, no puedo estar sin una cámara en la mano”, confiesa Rebeca que no podrá asistir al acto de entrega de la XXI edición de los Goya de la fotografía que tendrá lugar el día 1 de febrero el Patio de la Infanta de Ibercaja en Zaragoza.
Si acudirá al acto alguien cercano a ella con la esperanza de que las obras de Rebeca, en las categorías de retrato y de libre creación puedan tener premio aunque confiesa que la cuestión es difícil “porque el nivel de calidad fotográfica en España es muy alto. Baste recordar que en 2024 España se proclamó campeona del mundo de fotografía con dos platas, tres bronces y cinco fotógrafos en el Top 10 mundial con el añadido de que ahí no te presentas. En ese certamen, el seleccionador elige los componentes que tomarán parte en el campeonato del mundo”, revela esta mujer inconformista que se sirve de la fotografía para, además de inmortalizar bodas y comuniones o eventos sociales de todo tipo, dar voz a realidades que remueven su conciencia como el maltrato a la mujer (libre creación) o el retrato de la dura realidad de la migración.