Para los pobeñeses hace mucho tiempo que los sones de Canta Pobeña –nombre oficioso de una agrupación amateur surgida tras una comida de amigos de Ezkerraldea– no son un novedad en el enclave costero aunque se sienten reconfortados con los sones de habaneras, rancheras, baladas, bilbainadas, melodías vascas e himnos de los más variopinto con los que estos coralistas y músicos amenizan desde hace dos décadas las tardes de los viernes de este singular pueblo muskiztarra. Un sinfonía surgida de la amistad de sus cerca de 15 componentes habituales que todos los viernes se reúnen a las 13.30 horas en la terraza del bar Itxas mendi, en plena plaza del pueblo, primera estación de su particular peregrinaje por diversos establecimientos hosteleros del lugar antes de sentarse a disfrutar de una merecida comida entre amigos en el restaurante de los Zabalo.

“Nosotros no ensayamos. Todo esto ha salido a base de cantar y cantar por los bares y por las tabernas desde hace más de veinte años”, señala Matías Berrocal Tito, portavoz improvisado de este animoso grupo que deleita con su canciones a todo aquel que acude los viernes a disfrutar de las bondades de Pobeña, punto de acceso a la playa de La Arena y de la senda Itsaslur, un recorrido costero que cada año es frecuentado por miles de personas y entre ellas muchos peregrinos que se alojan en el albergue público de la localidad.

“Hay mucha gente que nos ha dicho que vienen a comer a Pobeña los viernes por oír cantar nuestro repertorio que se compone de más de 30 canciones”, apunta Tito quien destaca que “en el grupo no hay nadie de Pobeña” si bien algún miembro ha mantenido “una relación con este pueblo desde hace muchos años”, desvela el portavoz de este singular grupo que también se ha dejado ver por otras latitudes como Sanfuentes, en Abanto-Zierbena, o Bilbao.

“En Bilbao tuvimos un éxito de la leche. Toda la gente venía con nosotros, nos invitaban a beber... Fue un éxito fenomenal porque si algo nos define es que se canta de una manera muy desenfadada. Es un forma de cantar muy libre”, apunta este barítono, ingeniero jubilado, que comparte sones con varios tenores y dos bajos “aunque la mayoría somos barítonos”, señala este componente que a la pregunta de por qué no hay mujeres responde con seriedad que “algunas ya nos han preguntado alguna vez pero siempre les decimos que el mes que viene”, bromea este vecino del barrio santurtziarra de Mamariga, de donde proceden buen parte de los componentes.

“Unos cuantos del grupo somos amigos de un porrón de años y hemos ido sumando más amigos de Ortuella, de Portugalete o de Bilbao. En Mamariga tenemos una peña, la Peña del 49, y todos los años hacemos una comida y allí pues cantamos y hacemos un recorrido por los bares de Santurtzi y de allí salió la idea de quedar un día a la semana y hasta hoy. Hemos estado hasta veinte miembros y la gente que está ahora es fija, lo tiene apuntado en el calendario”.

Himno a Pobeña

Entre su repertorio no falta alguno de los himnos que ha compuesto uno de sus miembros, Jesús María Sanz Iparraguirre, reconocido compositor santurtziarra –de Kabiezes, para más señas– al que el Athletic incluyó en un CD conmemorativo su himno a las peñas rojiblancas. “He tenido tiempo y he sacado alguna que otra canción pero bueno”, señala con humildad este septuagenario que se ha tomado un paréntesis en su calidad de autor después de haber dado a luz cánticos como el de Viva Pobeña, el dedicado a Kaiku (música y letra), el de la Sotera o el de Bermeo-Urdaibai.

“Sobre todo nos lo pasamos bien transmitiendo a la gente un rato de alegría y buen humor. Aquí entre nosotros no hay malas caras, malas formas sino siempre estamos a la música y a cantar. Aquí hay mucho humor. Tenemos hasta los vinos medidos. No tenemos edad para pasarnos”, reseña Matías quien rememorara con gracia que un año “unas turistas inglesas que nos escuchaban y se animaron a bailar, luego nos querían invitar a cenar con ellas. Les dijimos que no que todo estábamos casados”.