“¡Que Dios nos proteja y nos dé fuerzas para combatir y soportar este atropello!”, clamaron las autoridades a mediodía en la plaza de San Severino. Los intentos por negociar resultaron infructuosos. Días antes, al batirse en retirada los franceses habían perdido un cañón, carros de municiones y equipajes. La respuesta de Napoleón enfiló el Cadagua: las divisiones de Sebastiani por la izquierda, Villate por la derecha y Leval por el centro. Así, el 8 de noviembre de 1808 Balmaseda se disponía a pagar un costoso peaje por la estratégica ubicación que afianzaba su prosperidad a través del comercio hacia la costa, pero la condenaba a padecer las guerras en primera línea. En la de la Independencia los soldados de la brigada del general Chassé provocaron un devastador incendio que se saldó con la pérdida de 75 de las 153 casas que se levantaban entonces y sumió en la pobreza a la población.
Rememorando uno de los acontecimientos más tristes de su historia, el cielo de la villa se tiñó anoche de rojo anaranjado con la simulación de la quema de seis edificios, punto culminante a las escaramuzas entre el ejército invasor y la resistencia civil, a la que dieron vida más de 300 vecinos y vecinas. El palacio Horcasitas y la oficina de turismo de Enkartur en la plaza del Marqués de Legarda se incorporaron al recorrido de un ejército de sesenta personas entre caballería, fusileros, antorcheros y tambores que fue encendiendo a su paso también el Puente Viejo, las iglesias de San Juan y San Severino y el edificio consistorial.
Más de 20 caballos desfilaron por el casco histórico. La mayoría, “procedentes de Enkarterri y todos montados por sus jinetes habituales”, señaló Ángel Galán, de Sopuerta, mientras acicalaba al suyo en la explanada del frontón antes de completar su transformación en uno de los abanderados del mariscal Lefebvre. Se trata de animales “acostumbrados a la gente, la luz y el ruido” que trotan por este tipo de eventos. Por ejemplo, el corcel de Igor Hueso, de Cruces, suele acudir “a la Semana Santa de Castro Urdiales y cabalgatas de los Reyes Magos”. Ambos coinciden en que es vital el vínculo de “confianza absoluta” que se establece. “Los caballos detectan todo, el más mínimo signo de nerviosismo”, apuntaron.
Gonzalo Menéndez encarnó la voz de quienes plantaron cara, el líder del pueblo que moviliza a los demás a luchar con los medios a su alcance. En noviembre de 1808 en Balmaseda “permanecían pocos hombres, los justos para seguir funcionando, porque la mayoría se habían desplazado con el ejército español a Nava de Ordunte” en un intento por evitar el choque frontal, relató. Los espectadores asistieron a los intentos del pueblo para repeler a los franceses con “horquillas de madera, hoces y herramientas de labranza” transformadas en armas.
La escenificación de la mañana selló el destino de la localidad con un “que arda por los cuatro costados”, palabras de Gaizka Villanueva en la piel del mariscal Lefebvre. Como muchos balmasedanos, Gonzalo Menéndez rebobinó al fatídico 23 de octubre de 2022, cuando una nube de humo y ceniza engulló la villa, que disfrutaba del concurso de alubias en putxera en el día grande de sus fiestas patronales. El ¿y si los acontecimientos se repiten? planeó en las horas más críticas. Y es que “aún tenemos madera en el casco histórico, cantidad de casas unidas y cantones que no llegan a ejercer de cortafuegos”. Afortunadamente, el incendio forestal más grave de las últimas tres décadas en Bizkaia no tocó el centro urbano.
250 bengalas
Desde la tranquilidad de la ficción, la pirotecnia Valecea de Berantevilla (Araba) se encargó de conseguir un efecto de lo más realista gracias a las “alrededor de 250 bengalas” distribuidas en los puntos establecidos en el casco histórico, desveló Aitor Valdecantos, la quinta generación de la empresa familiar con una trayectoria de 150 años. Han visitado Balmaseda “tres veces antes revisando y estudiando dónde las vamos a colocar y cómo”.
Todos los espacios entrañan “sus peculiaridades, pero ninguno dificultad, quizás en el Puente Viejo hay más recovecos y por eso le hemos dedicado más; cada una pesa diez gramos” y las instalaron cuidadosamente tres personas desde primera hora de la mañana. Las cercanías de los inmuebles “se acordonan para guardar una distancia con respecto al público”. Asimismo, “avisamos con anterioridad y lo hemos vuelto a hacer” ayer mismo día del espectáculo, “para que los caballos vayan separados, ya que les molesta la luz”. A pesar de que “no caben los ensayos previos porque eliminarían el factor sorpresa, estamos tranquilos: los materiales se han testado”, aseguró.
La Marsellesa y el himno de Balmaseda compuesto por Martín Rodríguez Seminario pusieron los acordes finales de una representación esta vez a salvo de la lluvia, a diferencia del aguacero de la última vez en 2019. “Las semanas siguientes hubo trescientas personas resfriadas”, bromeó el director artístico de la representación, José Ángel Ramón, Zarra.
En la vida real, las llamas significaron un punto y seguido. El haberse producido la catástrofe al inicio de la guerra agravó las penurias de los civiles. Los propietarios se vieron obligados a enajenar sus bienes en subasta. Los bosques sufrieron tanto pasto de las llamas como por la desaparición de madera destinada a intentar la reconstrucción, en otro paralelismo con lo que los balmasedanos del siglo XXI sí recuerdan con total nitidez. Piedras de la muralla fueron retiradas con el mismo fin.
Los principales documentos se salvaron por la rapidez de las autoridades en esconderlos del enemigo, de igual forma que se ha preservado la memoria de lo sucedido. “Debemos cuidar como se merece la historia que atesoramos”, concienció Zarra. El 10 y el 11 de noviembre se libró la batalla de Espinosa de los Monteros, grabada en el Arco del Triunfo de París como una de las grandes victorias de Napoleón.
El apunte
Emotivo abrazo a Valencia. La recreación del voraz incendio provocado por las tropas francesas concluyó con la narración de cómo la villa se sobrepuso a la fatalidad. Después, el director artístico de la representación, Jose Ángel Ramón, ‘Zarra’, tomó el micrófono para enviar todo el cariño de Balmaseda a los afectados por la dana. Ellos y ellas también lo lograrán, animó. Precisamente, Protección Civil de la villa acaba de regresar de Valencia después de entregar ayuda y colaborar en centros de recogida.