“Empleo mi historia de la amputación y del deporte para recalcar la importancia de saber pedir ayuda y rodearte de gente positiva”
Está a punto de concluir sus estudios de Relaciones Internacionales en Londres, donde reside. Llegó a Bilbao desde Madrid: esa mañana había presentado una gala en el Centro Cibeles. Le acaban de operar de un tendón del pie y debe moverse en silla de rueda o con muletas. “Normalmente ando con la prótesis sin necesidad de otros apoyos, pero...”, explicaba Desirée Vila con sus ojos muy azules y la voz cargada de buena onda. Conoce Bilbao porque ha entrenado en Basauri con Javier Conde. Como Embajadora Iberdrola, le hacía ilusión entrar por primera vez en la Torre. Disertó sobre el Síndrome de la Mujer Quemada.
¿Qué significa ser embajadora de Iberdrola?
Iberdrola confió en mi carrera como atleta y me ha dado la oportunidad de conocer a muchas otras atletas, muchas mujeres deportistas, tanto con discapacidad como sin discapacidad. Y, para mí, es muy bonito porque me gusta mucho conocer otras historias, otros deportes y ver que también les apoyan en su carrera deportiva. Cuando hacía gimnasia, por desgracia no teníamos ese apoyo. Me parece muy bonito ver que una empresa como Iberdrola, que es una empresa muy conocida, tenga esa parte social tan importante. Siempre digo que fue mi segundo patrocinador, mi primer patrocinador fueron mis padres.
¿En qué consiste el síndrome de la mujer quemada?
La mujer que está a todo y que no llega. Eso repercute en la salud mental, que es muy importante. Muchas veces aparecen síntomas físicos que nos revelan los mentales. No tenemos un momento para respirar, para chequear cómo estamos, qué necesitamos, para hablar de nuestras preocupaciones. Empleo mi historia de la amputación y del deporte para recalcar la importancia de saber pedir ayuda, de estar con personas que te puedan apoyar, tanto profesionales como familia, amigos, gente positiva, gente que te sepa ayudar. Claro que una misma debe saber cuidarse, sacar esa parte positiva que todos tenemos, para tirar adelante en los momentos complicados.
¿Cómo se construye la autoestima?
En mi caso, la discapacidad me perjudicó mucho. Me sucedió con 16 años y la imagen que yo tenía de mi misma y lo de sentirme guapa, sobre todo por la edad, en plena adolescencia, fue duro. Pero llegas a la conclusión de que el físico no es lo más importante, que cuenta más la persona, lo que una transmite, la esencia de la persona. Y, desde ahí, va creciendo esa autoestima, para sentirte poderosa, incluso con tus defectos. Considerar que lo que para ti puedan parecer defectos no lo son para otras personas. A lo mejor, para mí, mi defecto no es tener una prótesis, es otro, y otra persona dice: pues ni me había fijado. Hay que intentar aceptarnos como somos, aceptar esas cosas que no nos gustan de nosotras mismas y poner en valor las que sí, aquellas en las que somos conscientes que destacamos.
¿Es más más severa una lesión física o una lesión emocional?
La emocional. Aunque es difícil concebir una sin la otra. Pero a la emocional se le presta menos atención, le damos menos importancia. Algo físico es muy obvio: vas al médico, a rehabilitación, te hacen las curas, tomas los medicamentos que tengas que tomar. Pero la parte mental es más tabú, aunque en los últimos años se hable mucho de estos temas. En mi caso, por ejemplo, con la discapacidad, me recuperé muy rápido porque era joven y había sido deportista.
Con 16 años, ¿cómo se supera ver que tu cuerpo cambia de ese modo?
Con ayuda de la familia, de los amigos, de tu entorno, de los profesionales. Y con paciencia. No es de un día para otro, desde luego. En mi caso, los valores que me ha dado la gimnasia, competir, la perseverancia, la madurez me ayudaron mucho a gestionar la frustración y a adaptarme y superarme.
La frustración puede destruirlo todo o convertirse en energía positiva
Desde luego. Por ejemplo, he vuelto de los Juegos de París bastante frustrada con el resultado. Había dos opciones: lamentarse y quejarse de que es injusto o tirar para adelante y preparar Los Ángeles. Así que ahí estamos. Pensando en los siguientes.
¿Cómo se cambia esa clavija?
Porque el deporte es mi esencia y me ilusiona. Creo que todavía tengo margen de mejora y que no he llegado a mi límite. Eso te hace pensar que, si aplicas ciertos cambios o intentas mejorar en ciertos aspectos, puedes lograr lo que te propones. Hay que verlo así. Básicamente, consiste en no rendirse. Tengo la actitud, las ganas, los recursos, la experiencia. Con 26 años, debo seguir adelante.
Pasó usted de gimnasta a atleta ¿Cuál es el secreto para construir una nueva carrera deportiva?
La base es la misma. El deportista de alto rendimiento sabe que tiene que entrenar todos los días, sabe que tiene que dar el 100%, que va a tener que renunciar a muchas cosas, que tiene que cuidar de su salud física, su salud mental. Hay ciertas rutinas comunes para cualquier tipo de deporte. Después, cada disciplina tiene su técnica y eso cuesta más porque la gimnasia y el atletismo son muy diferentes. En atletismo, el pie tiene que estar armado; en gimnasia, en punta, estiradito. En gimnasia, la flexibilidad en la espalda es muy positiva; en atletismo, todo lo contrario. Tenía la base y la cuestión fue encontrar un buen equipo, un buen entrenador y dedicarle horas.
Escribió usted un libro, tiene más de 135.000 seguidores en Instagram, da conferencias ¿Ha encajado bien el papel de mujer inspiradora?
Al principio lo pasaba fatal. Pero para Relaciones Internacionales, que es lo que estoy estudiando, la oratoria es muy importante, así que me lo tomo como una práctica. Soy muy abierta, muy sociable, muy parlanchina, y le he ido cogiendo el gusto a las conferencias. Al principio, lo pasaba mal, me ponía muy nerviosa. Pero con el tiempo he aprendido a utilizar mi discapacidad para poder transmitir cosas que para mí pueden resultar muy básicas o que doy por hecho, pero que a otras personas les puede ayudar o inspirar en su propia historia, en sus propias situaciones complicadas o problemas.
¿Qué diría a una o un adolescente que se encuentra mal para que salga adelante?
Primero, paciencia. Con esa edad es lo que menos tenemos y lo que más nos hace falta. Paciencia para tomárnoslo con calma, porque de todo se sale. Nada es para siempre. Puedes pensar que ahora mismo estás fatal y que lo que te está pasando es lo peor del mundo mundial. Hay que ponerlo en una balanza y relativizar un poco: Quizá dentro de un par de años eches la vista atrás y digas: jolín, me estaba preocupando por esa tontería que al final ni siquiera era importante. Para mi, lo de la prótesis fue importante en su momento, pero ahora lo pienso y digo: mi vida ha cambiado mucho, pero para bien. He hecho un montón de cosas que nunca hubiese imaginado. Por eso, hay que seguir.
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