Si el movimiento asociativo se demuestra andando -tomando al asalto la frase redonda de Diógenes-, Bilbao la Vieja, San Francisco y Zabala llevan años a la carrera, elevando el listón de la iniciativa a cotas alpinas. La última propuesta, de puño y letra de Ehunka, la red comunitaria del casco de la margen izquierda: construir un espacio comunitario en el antiguo edificio de Telefónica en las Cortes, vestigio de un pasado prometedor, frustado por la carrera de obstáculos que supuso para el barrio la tiranía de los fríos vientos de la adicciones y el estraperlo de lo carnal.

Como ese boxeador que se levanta cada cuenta atrás, el barrio ha sabido reinventarse y ahora presenta su proyecto más ambicioso. La regeneración de las cinco plantas del bloque industrial que cedió el teleoperador al Ayuntamiento tras décadas de abandono.

La planta baja ha sido diseñada como un “espacio amable” inundado por la luz; la azotea, bautizada como Loreak Zeruan, está ocupada por un huerto urbano y unas prometedoras terrazas diseñadas para, entre otras cosas, saludar a la Luna y al Sol. En medio, tres plantas que son un ejercicio de desafío al pasado del edificio y un hordago, que suene lo más bilbaino posible, a un futuro por escribir.

Tejido vecinal

La red comunitaria Ehunka, ha presentado esta mañana la iniciativa en una jornada de reivindicación de la fuerza del “tejido asociativo y vecinal” de la zona de moda de la capital vizcaina. Y no van de farol, cuentan con el respaldo de las tres universidades vascas, UPV, Deusto y Mondragon, que analizan la operación por el lado social. Pero que al mismo tiempo reciben el impulso del músculo de un ecosistema infalible, compuesto por un tejido vecinal en el que conviven arquitectos, activistas sociales que sueñan con un horizonte diferente, cada vez más cercano, y un pelotón de pobladores que quieren dar un paso adelante.

El objetivo de todos ellos es sacar de la sombra el edificio de Telefónica, diseñado como un inmueble contenedor, cuatro paredes, ventanas de tamaño reducido y un espacio central diáfano. Para que la luz invada el perímetro, se plantea rasgar la piel del edificio en la fachada de las Cortes con una cristalera que inunde de vida la parte soterrada de San Francisco.