El centro de enseñanza Maristak de Durango comenzó ayer el nuevo curso y lo hizo conmemorando su 120 aniversario. Y siguiendo con una tradición que empezó a forjarse hace ya casi dos décadas, un reto marcó esa primera jornada. Y en una fecha tan especial tenía que estar relacionado con los orígenes del centro por lo que se denominó Reto Cero. Así, la llegada del tren a la villa y la necesidad de contar con mano de obra cualificada fue el detonante para la puesta en marcha del centro por parte de los alumnos.

Para conmemorar dicha efeméride, el alumnado tuvo que superar el reto de crear un tren con 120 vagones. “La historia de Durango y Maristak tienen mucho que ver con el tren, que primero llegó de Bilbao a Durango y después conectó con las minas de Arrazola. Hacía falta gente cualificada para esas labores y ahí es donde nacemos. A día de hoy nos seguimos reinventando en función de las necesidades”, explicó Dani Irazola, director de Maristak.

El centro durangarra inició ayer curso con un nuevo reto para el alumnado. Kevin Doyle

Divididos en equipos de cuatro alumnos, comenzaron a dejar volar su imaginación para diseñar los solicitados vagones. Los estudiantes dieron forma a los vagones mientras que la locomotora fue una propuesta de los profesores. Como es habitual, los 600 estudiantes dispusieron de los mismos materiales: dos metros de celo, tres palillos de madera, una cartulina A2, un bote de cola, tijeras, un trozo de lana, una caja de cartón por aula, rotuladores y diez depresores de madera.

Una de las grandes novedades fue que todos los vagones fueron expuestos en el patio del colegio. Hasta la fecha eran los propios alumnos los que seleccionaban los mejores prototipos para el testeo final. “Lo más difícil ha sido decidir si lo hacíamos con o sin ruedas. Este tipo de retos nos viene muy bien para conocernos entre nosotros porque muchos acaban de empezar en Maristak”, explicó el durangarra Inhar Berrizbeitia, que estudia el segundo curso de Mecanizado.

A medida que los vagones invadían el patio, la expectación aumentaba notoriamente entre los jóvenes. Un año más, las mejores creaciones recibieron vales para poder hacer compras de comercio justo. “Hacer el chasis no ha sido nada complicado, pero sí el diseño de las ruedas. Hemos tenido que lograr que rueden bien y que no se frenen; me parece que lo hemos conseguido”, valoró el durangarra Imanol Linares, estudiante de Robótica.