Un año más, la institución más antigua e histórica de Ugao-Miraballes, la Cofradía Virgen de Udiarraga, celebró ayer lunes la comida de hermandad, una cita documentada por primera vez en 1566, aunque es más que posible que su origen sea anterior a esta fecha. Tiene lugar el lunes posterior al 8 de septiembre, festividad de la patrona, y en su primera etapa histórica, que se extendió hasta 1896, la cita tenía lugar en el barrio de Udiarraga “donde hubo primero una pequeña ermita y luego un santuario mariano” y se comían “potentes menús con becerros, mucha hortaliza y otros manjares”, recuerda el investigador y cofrade ugaotarra, Iñaki García Uribe.

El segundo periodo de este agasajo gastronómico se desarrolló entre 1959 y 2009 “y es cuando se empezó a comer alubias, pero de 1966 y hasta 1984 se vuelve a cambiar el menú y se da sopa, pollo y bacalao con ensalada”, precisa. La recuperación del evento llegó en 2012 y en esta tercera etapa las alubias son el plato principal de una comida completamente abierta, desde entonces, a cualquier persona que quiera asistir y disfrutar, incluidas las mujeres.

Cifra récord de 190 comensales

Y así volvió a ocurrir ayer lunes. En torno a 190 comensales compartieron mesa y mantel en la cancha del polideportivo El Jaro, un escenario que se va a convertir ya en habitual en detrimento del entorno del santuario de la Virgen de Udiarraga. “Allí el aforo está condicionado por la carpa y no puede ser superior a unas 140 personas. Además, si llovía resultaba incómodo y en jornadas de mucho calor la temperatura bajo la carpa podía subir mucho. Este recinto resulta más confortable, hemos podido aumentar el número de comensales y estamos muy agradecidos al Ayuntamiento por permitirnos utilizarlo para esta comida”, explicó Ernesto Fernández, mayordomo de la Cofradía.

Por tercer año consecutivo, el plato principal –20 kilos de alubias de la rotura de Balmaseda con sacramentos– fue elaborado in situ y a fuego lento en siete pucheras por parte de los expertos cocineros de Gastro Baske y el menú se completó con ensalada, bacalao con piperrada y de postre pantxineta. Junto a los cocineros, una decena cofrades y colaboradores fueron los encargados de todo lo que requiere la celebración de la cita, desde la colocación de las hileras de mesas y sillas, manteles, platos, vasos y cubiertos hasta la recepción y ubicación de los asistentes y, por supuesto, servir comida y bebidas. Todo en un ambiente de buen humor y hermanamiento ya que “aquí vienen cuadrillas de amigos de todas las edades y generaciones y de diferentes agrupaciones y entidades del pueblo”, afirmó con orgullo Fernández.

Nunca falla, por ejemplo, la asociación de donantes de sangre Dosanmi que acudió ayer con siete integrantes con sus correspondientes camisetas verdes. Entre ellos estaba, tras un año de ausencia por problemas de salud, Pruden Peña. “He vuelto con muchas ganas y muy agradecido ya que, debido a mis problemas de movilidad, me han ido a buscar en coche hasta casa. Mientras pueda, seguiré asistiendo a esta comida. No me la quiero perder”, aseguró. Otro de los veteranos comensales es Josean Marina que, con 79 años, ha dejado de ayudar a los cofrades en la organización y celebración del evento “porque ya ando un poco pachucho, pero vengo a comer porque para mí es el mejor acto de fiestas”. Y dando, como siempre, la nota de color llegaron, justo a las 15.00 horas, un grupo de amigas que cumple con la propuesta de la Comisión de Fiestas de ambientar el día de la alubiada con un disfraz. “La temática de este año es la música. Hemos tenido alguna duda entre Abba y la película Grease. Y, al final, decidimos vestirnos de John Travolta y Olivia Newton-John con cosas que teníamos por casa y unas pelucas”, indicó divertida Puri Bravo.