La imagen superior impacta en cuanto se ve, sobre todo si el lector o lectora es habitante de Leioa que peina canas. La foto está tomada a principios de los años 80 del pasado siglo cuando la carretera que atravesaba el casco urbano de la localidad aún no aguantaba un tráfico demasiado intenso y un carril en cada sentido, servía a los conductores. ¡Qué distinto a la actualidad!

Es cierto que entonces el tráfico era ínfimo comparado con los más de 112.000 vehículos de media que a diario hoy atraviesan las entrañas de Leioa, pero era mucho más peligroso. Los atropellos a peatones eran habituales y no es extraño. Solo había una estrecha acera a la derecha en dirección a Getxo y el vial carecía de pasos de cebra y un solo semáforo protegía a los peatones que cruzaban la carretera a la brava.

La imagen está tomada desde esta acera, en frente de los edificios de las fincas 66 y 68 de la hoy avenida Iparraguirre que se ven a la derecha y que siguen en pie. A su alrededor, decenas de coches se apelotonaban aparcados de forma caótica y solo una barandilla los separaba del vial. También se observa una especie de marquesina que guarecía a los viajeros mientras esperaban el autobús que conectaba con Bilbao. Una estructura sita al lado de una gran barrera arquitectónica en forma de terraplén generada por la pendiente que subía en dirección a Getxo, hoy disimulada por la tapa que usan los vecinos. En ese margen no había ni acera y ni tan siquiera arcén como ocurría en el lado contrario, que exhibe una salvaje fila de arbustos y matojos, algunos entre la torcida farola.

En esos inicios de los años 80, Leioa crecía en los márgenes de la carretera como se observa al fondo de la misma, pero todavía quedaba mucho por construir. Echarán de menos los vecinos actuales de la zona las escuelas de Txomin Aresti, el euskaltegi municipal o las calles Luis Libano y Estartetxe que entonces casi no estaban ni planeadas.

Esta carretera se denominaba entonces la BI-103 que con las obras de desdoblamiento y conversión con el sobrenombre de La Avanzada la Diputación bautizó como BI-637. Cuando se inauguró en 1988, con esos pasos soterrados que eliminaron el tráfico de la superficie pero no sus efectos en modo de contaminación atmosférica y sonora, circulaban casi 37.000 vehículos diarios. Una cantidad que implicó un aumento superior al 9% con respecto al ejercicio anterior de 1987 y eso que el tráfico se vio totalmente condicionado por la construcción de la propia carretera ya que coches, camiones y furgonetas compartieron espacio con la maquinaria de las obras.

La Avanzada pronto se vio saturada con el desdoblamiento en marcha ya que la vieja carretera de la ría, en el trazado que discurre desde Las Arenas, en Getxo, hasta Deusto, en Bilbao, protagonizaba un tráfico infernal. Ello supuso que los automovilistas optaran por la nueva vía que atravesaba Leioa atestándola.

La historia posterior es bien conocida. Saturación de la carretera creciendo año tras año, sobre todo en las horas punta de la mañana y la tarde. Vecinos cansados de convivir con un torrente de problemas. Intentonas por parte de la Diputación por minimizar los problemas de tráfico enquistados y encorsetados por un espacio soterrado sin opción de ensanchamiento. Ahora se trabaja en una solución que aliviará el panorama ampliando la superficie de las actuales tapas discontinuas generando un gran espacio urbano continuo que además de enterrar el tráfico permitirá ganar más espacio urbano para el municipio.

Las obras se están ejecutando desde abril de 2023 y su desarrollo va muy adelantado. Tanto que este pasado viernes la Diputación informó que en verano de 2025 acabarán los trabajos, es decir más de un año de adelanto ya que se preveía concluir en agosto de 2026. Cuando culminen se habrá conseguido la integración de la infraestructura viaria en el municipio con la adopción de medidas de mejora medioambiental. Y como segunda derivada, la modernización del túnel incorporando medidas de seguridad para los automovilistas.