Mientras que la gran mayoría de las personas buscan a conciencia su destino de vacaciones para tener un buen hotel, vistas espectaculares, lugares para pasear, zonas en las que comer y cenar… hay quien solamente necesita unas gafas, una bombona de oxígeno y el mar. Es el caso de Mikel Leal y su aita Fran, dos vecinos de Sopela que cada año se sumergen en las aguas de diferentes océanos para descubrir lo que hay en sus profundidades y que este año han fijado un nuevo destino: Malasia. No hay más que escucharles hablar sobre las maravillas subacuáticas para descubrir que son unos apasionados del turismo de buceo.
Fran fue el primero de la familia en empezar a viajar para descubrir la vida bajo el mar. Le picó el gusanillo después de probar con unos amigos la pesca submarina y desde entonces, hace ya 20 años, no ha podido dejar de viajar por todo el mundo haciendo turismo de buceo. Con eso es con lo que Mikel creció, viendo a su padre disfrutar, y aunque Fran deseaba cada año viajar junto a su hijo, reconoce que “nunca le presionó”. Tampoco hizo falta, ya que la pasión por el buceo llegó a Mikel por sí sola. “Nunca quise forzarle. Un buen día me preguntó a ver si podía aprender a bucear conmigo y fue increíble, porque era mi mayor ilusión”, se emociona.
La experiencia "más impactante"
A partir de entonces, han viajado por medio mundo y, aunque comparten la pasión por el buceo, no se fijan los mismos objetivos en los viajes. Fran lleva ya muchos años buceando, por lo que reconoce que ahora, lo que más le impacta ver son grandes animales como tiburones ballena, delfines… A Mikel, por su parte, le apasionan los barcos hundidos. El primer viaje que realizaron juntos fue al Mar Rojo, donde Mikel vivió una de las experiencias “más impactantes” de su vida. Allí nadó alrededor del SS Thistlegorm, un carguero de la armada británica utilizado durante la Segunda Guerra Mundial. Se trata, según The Times, de uno de los 10 mejores naufragios para bucear del mundo. Se le considera uno de los más espectaculares por la belleza escénica del lugar y por encontrarse de pie en el fondo.
“Me gusta ver los barcos hundidos no solo por lo impactante que es, sino porque te traslada a otra época gracia a la historia que te cuentan antes de la inmersión”, explica. La visita al naufragio del Salem Express, también en el Mar Rojo, cuenta que es otra de las que más le impactó por lo que pudo ver en su interior. “Vi las maletas de aquellos pasajeros que habían fallecido, huesos en las camas donde dormían, y en uno de los equipajes se podía leer Enjoy your journey (Disfruta de tu viaje). Eso son cosas que nunca olvidas”, recuerda.
Complicaciones en algunas inmersiones
En sus viajes, ambos han experimentado complicaciones. En una inmersión, Mikel se percató de que le quedaba poco oxígeno, para apenas diez minutos, menos de lo que tardaría en llegar a la superficie. Sin embargo, la presencia de su padre le ayudó a salir ya que compartieron la botella de éste entre los dos. Lo que vivió Fran es bastante más aterrador. Unas corrientes cerca de las islas de Palaos le llevaron sin rumbo por el agua y, a su vez, otras descendentes le hundieron aún más. “Si te pilla con el tanque o la botella llena, no tienes mayor problema, pero si estás al fondo de la inmersión puedes tenerlo y quedarte ahí, porque tienes que hacer un gran esfuerzo para subir, ya que tienes que hacerlo a contracorriente”, explica.
Afortunadamente, en ambos casos todo quedó en un susto y tanto padre como hijo han cosechado, bajo el mar, muchos más buenos momentos que malos y así lo seguirán haciendo, sin ir más lejos, este mes de julio. Los dos viajarán a Malasia para ver ballenas, tiburones, tortugas marinas de carey y peces nativos únicos como el dragón mandarín, la arowana asiática, el barbo de Hampala o el tigre verde. Allí realizarán vida a bordo, es decir, pasarán los días en un barco en el que comen y duermen, y desde el que hacen entre 3 ó 4 inmersiones diarias. Ambos aseguran estar ansiosos por el viaje, aunque coinciden que su destino más deseado son las Islas Galápagos. Dicen, es el “destino final” para un buceador.