Un pueblo sin memoria está condenado a repetir sus errores. Portugalete no está dispuesto a que se vuelva a repetir el horror de la guerra y, por ello, cada año, en torno al 22 de junio –fecha en la que el bando franquista tomó en 1937 la villa– celebra un acto de memoria a las víctimas de la Guerra Civil. Ayer, el centro cultural Santa Clara acogió este reconocimiento sencillo, pero cargado de simbolismo con el que se busca reparar la dignidad y honrar la memoria de los 1.200 vecinos y vecinas de Portugalete que fueron asesinados en aquella guerra. A esta escalofriante cifra hay que sumar cientos de exiliados, mutilados... Fríos números sí, pero que dan una pequeña idea de la profunda herida que dejó la Guerra Civil en la villa.
Ni la lluvia quiso perderse la cita con la historia y, más concretamente, con la memoria histórica. Ante la fina llovizna, el aurresku de honor se realizó en el interior del centro cultural Santa Clara ante la atenta mirada de las autoridades municipales encabezadas por su aún alcalde, Mikel Torres, y miembros de la asociación de Memoria Histórica de la villa, Oroituz. “Este es un acto muy significativo y es muy importante recuperar la memoria histórica para, por un lado, lo que supuso el franquismo y reparar a las víctimas y, por el otro, para fortalecer nuestra democracia”, desarrolló el primer edil portugalujo.
Una vez se llevó a cabo el aurresku de honor, llegó el turno de que cada uno de los presentes depositase una rosa a modo de homenaje junto a la escultura que el artista portugalujo Juanjo Novella creó en los exteriores de Santa Clara en memoria de las víctimas de la Guerra Civil. De esta manera, Portugalete volvió a honrar a esas cientos de personas.