El pueblo de Markina-Xemein despidió el lunes a su primer alcalde de la democracia tras el franquismo, Laurentzi Aretxabaleta Goikoetxea que gobernó el municipio durante 22 años, de 1977 a 1999. Conocidos por todos como Lauren, el afiliado al PNV fue además presidente de la Mancomunidad de Lea Artibai, padre del concejal jeltzale en el mismo consistorio Alexander Aretxabaleta y abuelo del pelotari Andoni Aretxabaleta. La familia del fallecido el pasado día 4 a los 93 años fue duramente castigada durante los años de la Guerra Civil. De hecho, su sobrina, Jasone Aretxabaleta, ha visitado estos días el valle de Cuelgamuros, en Madrid, donde están los restos de un hermano de Lauren –Alesander– que fueron robados del cementerio de Markina. Es una de las cuatro primeras familias vascas que han visitado el lugar que se conoció como Valle de los Caídos.

“El tío Lauren –aporta a DEIA Jasone, periodista de profesión– era, sobre todo, una buena persona. También un gran conversador, le encantaba contar historias de hace muchos años, de los años en los que fue alcalde... Hace algo más de un año nos dijo a mi hermana y a mí que teníamos que grabarle una entrevista, que tenía muchas cosas que contarnos. Pero llegó la enfermedad y la muerte de su hijo mayor, Alexander, y ahí se perdieron las ganas de todo”, lamenta y va más allá en su sentimiento: “Tengo mucha pena de no haber hecho esa entrevista y tengo mucha pena de no haber podido recuperar los restos de su hermano Alesander en Cuelgamuros y traérselos”.

A su juicio, con la pérdida de Lauren se ha ido toda una generación de amamas, aitites, madres, padres, hijas e hijos que sufrieron lo indecible por dejarnos un mundo mejor y “consiguieron darnos una vida mucho más cómoda y desde luego Markina-Xemein no sería el pueblo que es hoy si no fuera por todo lo que él hizo. Además de una gran persona creo que también fue un gran político, de los que hablaba con todo el mundo, a derecha, izquierda o centro, y sabía negociar como nadie”.

Laurentzi Aretxabaleta Goikoetxea. Iban Gorriti

Él, junto a su equipo, transformaron y modernizaron la localidad partiendo de cero y en la que fueron creciendo tanto la actual Lea Artibai Ikastetxea –Escuela Laboral– como Berakruz Ikastola. Posibilitaron, asimismo, servicios cómo el de casa de cultura o el polideportivo Atxondo. Al abandonar la política, le siguió en el cargo Ángel Kareaga., fallecido también este año. Quien fuera alcalde jeltzale de la localidad hasta las elecciones de 2023 y actualmente jefe de la oposición en el Ayuntamiento, Luis Egurrola, lamenta el fallecimiento de un hombre “valiente, del que destacaría su tesón después de difíciles años al frente del Ayuntamiento, al que le dio un vuelco y sentó las bases del futuro de Markina-Xemein e incidió en proyectos importantes en los tiempos duros de la política”. Un gran admirador de Lauren es Iñigo Ansola. “Fue un hombre comprometido con su pueblo y país, un abertzale hasta la médula. Transformó nuestro municipio con políticas estratégicas y lo dio todo por él”. El actual director del EVE, aporta unas frases que el alcalde le dijo en una ocasión: “Recuerdo una anécdota de unas palabras que me dijo que se me quedaron grabadas para siempre: ‘Estoy cansado de esos que dicen que no; hay que decir que sí’”, aporta el director del EVE, Ente Vasco de la Energía.

El capítulo de la guerra fue terrorífico para él y su familia, represaliada por todos los frentes. En primera persona, Lauren narró al portal Ahotsak.eus (Euskal Herriko hizkerak eta ahozko ondarea) su emotivo y duro testimonio. Con el golpe de Estado de 1936, su tío tuvo que huir por ser alcalde de la localidad, aunque los fascistas detuvieron a su mujer, le raparon el pelo y acabó siendo encarcelada. Otro tío fue fusilado y su padre estuvo siete años en la cárcel, primero en Larrinaga y luego en el tristemente famoso fuerte de San Cristóbal de Ezkaba. Su madre y su hermana estuvieron en Gernika el día del bombardeo y se salvaron por poco. “Aparecieron en casa dos días después”, relataba Aretxabaleta. La casa familiar de Markina, asimismo, sufrió también el lanzamiento de una bomba estando su madre dentro.

Laurentzi admitía que de niño tuvo que mendigar y hacer pequeños hurtos cuando era niño. En la calle me avergonzaba e iba a pedir a los caseríos y me daban pan”. La abuela se hizo cargo de los niños de la familia. Las hermanas mayores de Lauren fueron de sirvientas y el hermano ovejero.

Su padre, Txomin, era zapatero. Cuando regresó de la cárcel no le dejaron abrir su negocio. Emprendió su propio desván ayudado por Lauren. Cada mes tenía que escribir una carta al director de la cárcel explicándole qué hacía, qué dinero ganaba y en qué lo gastaba. “Cuando mi padre estaba en la cárcel, veía que todas las noches los prisioneros eran llevados al cementerio de Derio para ser fusilados allí. Por ello, los que estaban en la cárcel de Larrinaga escribieron una carta a Markina pidiendo ayuda. El abogado Mugartegi respondió: “Son un peligro para el regimiento”. Por eso, cuando Laurentzi fue alcalde suprimió la calle que se llamaba Mugartegi.

Aretxabaleta recordaba que, en tiempos de la dictadura de Franco, el PNV estuvo en la clandestinidad. En esa época, la propaganda del partido se enviaba a Laurentzi. “No solo la del PNV, la de HB también”, manifestaba. En caso de ser capturados, el castigo era la cárcel y las casas eran incluso rastreadas. Una vez entraron en casa de Laurentzi. Fue arrestado junto al párroco local por posesión de propaganda. Sin embargo, Aretxabaleta no cesó en su defensa antifascista. De hecho, dio cobijo en ocasiones a miembros de ETA, como narraba en el portal de Ahotsak.eus.

En aquellos tiempos cimentaron los mimbres de la ikastola. Impartían clases a 60 menores y se las veían mal para pagar los sueldos. “Al final, hicimos un trato con la escuela de monjas para impartir allí las clases en euskera”, agradecía.