Cada vez es más complicado encontrar tiendas de las de toda la vida en un mundo globalizado, donde el comercio on line está a la vuelta de la esquina y los oficios históricos se van perdiendo por falta de relevo generacional. Uno de esos negocios de autor es El rincón de Eva en Sopela, regentado por Jaime Tejeda, un artesano del sector textil-hogar que dispone además de taller propio, lo que lo hace todavía más especial si cabe.
Abrió su negocio hace casi tres décadas en la localidad costera y hoy en día resiste casi como el último mohicano. Desde aquel 1996 que empezó su actividad allí hasta ahora “ha cambiado mucho la mentalidad de la gente”, reconoce en relación con el sector de la decoración. “Antes había una cultura de vestir la casa, tenerla bonita”, reflexiona, mientras que ahora se apuesta por modelos estandarizados –“la casa de Ikea”, ejemplifica– y se prefiere destinar los recursos a tener “un buen coche y unas buenas vacaciones”, opina. “¿Qué nos salva a nosotros?, que somos casi únicos en nuestra especie”, destaca.
Esa “especie” a la que hace referencia es la del artesano del textil-hogar. Un oficio que le enseñó su madre y que ha ido perfeccionando a lo largo de los años. “Yo mido, confecciono e instalo. Si hay algún fallo, todos sabemos quién es el culpable”, sostiene entre bromas. Un todo incluido que forma parte del ADN que ha vivido toda su vida en el comercio. “Es lo que antes existía en todas las tiendas. A eso se le llamaba dar servicio”, indica. Su infancia transcurrió entre tejidos y máquinas de coser. “Mi madre era la segunda mayor de once hermanos y sabía hacer de todo, incluso hasta confeccionarse la ropa”. Gracias a su buena mano con la costura, su madre y él acabaron por especializarse en la confección de cortinas porque alguien les dijo que “era el futuro”. Al principio su madre trabajaba en casa, pero luego se aventuraron a abrir un establecimiento con el que llegaron a servir a una treintena de tiendas.
Actualmente, en su local de Sopela, el 90% de sus productos están relacionados con la decoración de ventanas: cortinas, estores, enrollables, etc. “Todo lo que se hace con tela”, resume. Sin embargo, a lo largo de todos estos años le han surgido encargos de lo más inverosímiles. “He llegado a hacer hasta una funda para un autobús”, desvela. También ha cumplido con encargos a distancia para clientes en Sudáfrica o Tokio. “Me mandaban fotos, yo les decía dónde medir exactamente y luego lo hacía”, relata.
“Yo mido, confecciono e instalo. Si hay algún fallo, todos sabemos quién es el culpable. Es lo que antes existía en todas las tiendas”
Después de toda una vida en Sopela, hace unos años, justo después de la pandemia, cuando muchos comercios cerraban, decidió ampliar el negocio y abrir una tienda en Las Arenas. En este caso, el 60% se centra en servicios de tapicería de sofás, sillas, sillones, etc. “Hay muchos clientes que tienen muebles buenos, casi obras de arte, y quieren conservarlos”, detalla sobre el volumen de negocio de esta tienda.
Sobre esta línea, aprender a capear el temporal cuando vienen mal dadas, se podría decir que es un oficio dentro del oficio. “Afortunadamente, mis temporadas sin carga de trabajo son demasiado cortas. Al final, se compensa bastante. Por ejemplo, puedo estar dos semanas que casi no entra gente y yo, que me lo tomo todo a pecho, empiezo a preocuparme porque veo en la televisión que hablan de crisis..., y de repente, un día apruebo trabajo para mes y medio”, relata.
Mientras tanto, su hija Olaia, doble campeona del mundo de baile deportivo, y su mujer Eva Sainz, directora deportiva y entrenadora del club de patinaje Show Getxo, le animan a seguir modernizando el negocio. Precisamente Olaia es quien gestiona las redes sociales, un escaparate virtual desde el que muestran “ideas de decoración con el objetivo de servir de inspiración y tener un trato más cercano con la clientela”, apunta mientras empuja a su padre para que se adentre en el mundo del e-commerce y empiece a vender a través de Internet.
Algo que el propio Jaime ve, de momento, imposible. “Es un oficio de mucho tacto. Voy a medir a las casas porque es donde realmente puedo orientar a la gente. Hay detalles fundamentales para los que es imprescindible el trato directo, la profesionalidad, la cercanía. Si elimino todo eso... Nosotros vamos a medir sin compromiso porque yo creo en la siembra, si planto, sale algo, de lo contrario...”, apunta.
Los apuntes
Un valor añadido. Jaime Tejeda comparte la opinión de que los negocios de toda la vida cuentan con ese valor añadido que supone “saber aconsejar y ayudar a elegir al cliente”. De hecho, a su entender, lo mejor de su profesión es el trato con la gente. “Lo más bonito es que no sabes quién va a entrar por la puerta y nunca hay que prejuzgar. Con la persona menos esperada puedes encontrar una conversación enriquecedora”, concluye este artesano del textil.
Renovación. Lejos de rendirse y tirar la toalla durante la pandemia, Jaime y su familia apostaron por emprender nuevas aventuras comerciales con la apertura de un negocio en Las Arenas; esta vez, centrado en el arte de tapizar. Y el runrún de lanzarse al negocio ‘on line’ ronda desde hace tiempo en este negocio familiar.