Abel Portilla obsequia con una sorpresa en forma de frase labrada en la San Roque. “Cuanto tú mueras el viento dispersará mi canto de dolor” se suma a los mensajes escogidos previamente por Orexinal en colaboración con la parroquia, impulsores del crowdfunding que sufraga su fabricación desde cero. Integrantes de la asociación cultural transportaron el domingo la nueva campana para la ermita de Kolitza desde Gajano, núcleo de población próximo a Santander, directa al restaurante Teike de Balmaseda y durante unos días se mostrará en más escaparates de establecimientos céntricos y en la iglesia de San Severino. Rebasados los 4.500 euros, la campaña encara su recta final. Y es que pronto Begoña Viñuela, de Caligrafía Bilbao, grabará los alrededor de 150 nombres elegidos por más de un centenar de donantes contabilizados hasta la fecha.

En la tarde de hoy martes la trasladarán a su siguiente destino: el bar Lekuona, también en el casco histórico. De ahí el jueves pasará a la óptica de la plaza de los Fueros. Además, el fin de semana se podrá contemplar en la iglesia coincidiendo con la visita a Enkarterri del obispo de Bilbao, el sábado 2 de diciembre está previsto que Joseba Segura oficie misa en San Severino a las 19.00 horas.

“Se pueden aplicar para mí o para los demás”, extrapoló el artesano sobre las palabras que perdurarán junto a las referencias que se agregarán: a familias, apodos cariñosos, el tributo de su dueño a un perro fallecido muy querido por los vecinos que frecuentan este arraigado enclave... El molde encaja en Kolitza igual con las romerías que con las víctimas de encarnizadas batallas libradas en la Guerra Civil o los difuntos que dejan dispuesto que se esparzan sus cenizas allí. Cuando tú mueras el viento dispersará mi canto de dolor proviene de “una campana que hice en Tours, Francia; lo pronunció el obispo y un cura me pidió que lo grabara”. Quienes escudriñen la San Roque se percatarán de la presencia, además, por ejemplo, de un caracol.

La campana de Kolitza repicará con un la. Nota musical que “depende de su tamaño, del diámetro (43,32 centímetros): a más grande, más grave, a más pequeño, más agudo”. La fundieron “a una temperatura de mil grados tres horas, incorporando calor poco a poco”. Tras aguardar “dos días a que se enfriara”, la bañaron en “arena y un chorro de agua con un estropajo”.

“No existen dos iguales”

A diferencia de las industriales, “según salen no las tocamos”, matizó Abel, que trabaja con su hermano Marcos y su hijo, Aser. Es más, “si te fijas, con una lupa se pueden apreciar todos los detalles”, ya que en el oficio que le legaron sus antepasados “no existen dos campanas iguales”. La experiencia tampoco le exime de nervios compatibles con aprender la lección porque “es bonito que las cosas se tuerzan a veces”, admitió con idéntica humildad con la que aboga por permanecer en un discreto segundo plano: “¿Fotos? Las justas”.

Eso sí, emulando a su abuelo, le “encantaría” viajar a Balmaseda para la puesta de largo de la San Roque en la fiesta de San Sebastián, en enero. “Más que nada, por la ilusión que ha depositado la gente. En ese caso no puedes defraudar porque vivimos de ilusiones. Las realidades son más duras”, sentenció despidiéndose afectuosamente de Orexinal camino de “la mar”, para practicar paddle surf. Él mismo ha reparado la tabla en el que es su taller desde hace treinta años.

Siguiente paso

Grabar los nombres de los donantes. El ‘crowdfunding’ iniciado en verano acumula más de 4.500 euros. Aún es posible aportar, pero el plazo se va agotando. Se puede contribuir en metálico donde vean el cartel, en el número de cuenta ES07 3035 009061 090 0031845 o por Bizum al 649 019 170, siempre especificando los nombres que se desea plasmar (ya hay alrededor de 150). En breve los grabará Begoña Viñuela, de Caligrafía Bilbao.