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Dani Oñate: un barman con alma de rockero en Bilbao

El propietario del local Rock And Ron fusionó en 2015 su pasión por la música con su vocación, la hostelería

Dani Oñate: un barman con alma de rockero en BilbaoOSKAR GONZÁLEZ

Visitar el bar Rock and Ron en La Peña es iniciar un viaje atravesando las mejores épocas del rock, pasando por iconos del género como Led Zeppelin hasta llegar a lo más rompedor con Nirvana. Dani Oñate, propietario del local, fusionó en el año 2015 su pasión con su vocación, música y hostelería se unen para crear un ambiente único en este pequeño barrio de Bilbao. Aunque el Rock And Ron lleve tan solo ocho años en abierto, podría considerarse que su historia se remonta al año 2001. “Realmente esto es la continuación de otro local que tuve anteriormente, el Studio 48”, explica Dani. De hecho, muchas de las piezas que decoran hoy el Rock And Ron, como el saxofón de la entrada o la gramola que se alza al fondo pertenecían al Studio 48..

Duró abierto hasta el año 2011, ya poseía una esencia y ambiente rockeros; ideal para melómanos, y se ubicaba cerca de la Casilla. Pese a su buen funcionamiento y excelente ubicación, hubo un factor clave que puso fin a la era del Studio 48: la ley antitabaco de España del año 2011. “Me atrevería a decir que en el 2011 perdí un 75% de la clientela. Todo sube y baja, ¿no? Pero la gente al no poder fumar y consumir a la vez… Hizo mella”, detalla el hostelero. Sin embargo, la vida hostelera no terminaba aquí para Dani, aunque lejos quedaba la idea de abrir otro garito.

De ser propietario a ser empleado del bar Grafitt, un pub informal ubicado en pleno corazón de Bilbao. “Entré temporalmente para trabajar un mes y duré cinco años”, comenta Dani mientras se ríe. Trabajo estable y sin contar con las preocupaciones que tiene un propietario, ¿cómo se le ocurrió construir el Rock And Ron? “Tras pasar por varios bares y ver que todos ponían Telecinco, o la misma música, llegué a la conclusión de que faltaba un bar más original, un local de autor”, narra. Y vaya que si diseñó un bar de autor, un bar de grandes autores musicales que decoran las paredes del bar: pasando desde “The Boss” (Bruce Springsteen), hasta The Who, Prince o Los Ramones. 

De la barra al escenario

La motivación y las ganas volvieron a apoderarse de Dani, pero los comienzos nunca son fáciles. “El primer año lo pasé muy mal, por las mañanas no entraba ni Dios”, admite, “al final esto es un barrio, sus vecinos ya tienen sus locales de confianza y les cuesta cambiar o probar algo nuevo”. Sin embargo, mientras algunos bares abren sus persianas, otros las bajan, y aquí es donde el Rock And Ron tuvo su oportunidad. Además, para Dani existe un factor clave en cuanto a la mejora de afluencia: trabajar en un barrio. ¿Lo positivo? Para él, la gente del barrio “es más familiar”, todos se conocen, si entra una cuadrilla de cuatro amigos, esos cuatro llaman a otros cuatro, y así hasta conseguir en ocasiones que se llene el bar de repente. 

Quizá sobre explicar cómo sobrevivió el bar a la pandemia, el covid 19 fue un huracán que sacudió a todo tipo de comercios; pero a Dani se le juntó llevar tan solo cinco años de apertura con el fallecimiento de su padre. “Fue muy jodido: cerrar el garito, sobrellevar el duelo de mi padre… Era todo tan injusto… Yo solo sentía frustración y cansancio”, se lamenta. Pero la pandemia tuvo grandes giros, al final, tras varios meses de restricciones la gente tenía muchas ganas acumuladas de salir, y como decía Robe Iniesta, icono del rock español "beber y el rollo de siempre". “Durante el verano, sin las restricciones, tenía el bar lleno todo el día; la gente quería ir a bares como cosa mala”, recuerda Dani.

Los meses de la pandemia fueron tiempos duros para los hosteleros, pero Dani mantiene tras él un gran apoyo en muchos sentidos: The Daltonics. La banda bilbaina de rock garaje donde Dani es batería, se consolida a día de hoy como una de las grandes prioridades del hostelero: “Es un hobby, pero yo sin la banda me muero. Para que se me entienda, a mí si ahora se me presenta la oportunidad de girar a gran escala con la banda me marcho sin pensarlo”, confiesa Oñate emocionado. La banda no es su objetivo principal porque “no da para vivir”, pero no deja de ser una familia para Dani, además de uno de sus grandes sueños. De hecho, existen dos piezas especiales dentro de la decoración del bar: la primera batería de Dani, y un retrato de The Daltonics tocando en el Kafé Antzokia de la villa en 2018.  

Todo tiene cabida

Existe alguna que otra pieza llena de valor sentimental dentro del Rock And Ron. Un platillo de batería firmado por todos los miembros de The Daltonics que le regalaron por su cumpleaños, la icónica lengua de los Rolling Stones enmarcada y hecha por un amigo de Oñate, o incluso un setlist y entrada originales que otro amigo consiguió en un concierto de Bruce Springsteen. Hay aportaciones a la decoración del bar, pero la mayoría de los objetos, por no decir todos, los compra Dani cada vez que tiene oportunidad. Aunque la ambientación general es rockera, Dani “no se cierra a nada”, escucha y reproduce en el bar desde garaje, hasta heavy metal o pop; solo “se cierra al reggaetón”; una batalla que “tiene perdida” contra su hija. Es lo que tiene el contraste generacional.

Pero cuando se es joven no siempre se tienen las cosas del todo claras. “Nunca fui muy de estudiar, hice hasta la EGB que era lo obligatorio; pero ya con 17 empecé a trabajar”, comenta Dani. En lo laboral, abarcó varios ámbitos distintos: desde supermercados hasta hoteles, pasando por ser los pioneros de los ciclomensajeros. “En el 98, junto a mi hermano, abrimos un negocio de reparto similar a Glovo. Era difícil sostenerlo, teníamos bastantes clientes y pocos medios, además las grandes empresas mensajeras intentaban siempre hundirnos”, recalca Oñate. Acabada la etapa dentro del negocio de ciclomensajería, se dio cuenta de que su vocación, era en parte la hostelería gracias a Studio 48. “La hostelería es distinta, me gusta, te relacionas, haces amigos… Lo disfrutas”, afirma.

Pese a los altibajos que ha tenido la relación de Dani con la hostelería, no descarta abrir otro garito a largo plazo. Le entusiasma la idea de abrir un local donde poder ofrecer conciertos, “tampoco hay muchos bares en Bilbao dedicados a ello”. Aunque lo primero de todo, es retocar todos aquellos detalles que le gustaría pulir en el Rock And Ron: “Siempre quiero ir a más con la decoración, comprar, colocar; pintar las paredes, hacer un collage con fotos… Ideas tengo varias, lo que me falta es tiempo”, ultima el músico y hostelero.