NUMEROSOS fieles y devotos acudieron ayer lunes a las inmediaciones de la ermita conocida como Nuestra Señora de las Nieves de Igiriñao para asistir a la tradicional y centenaria misa por el día de San Ignacio que se celebra en pleno parque natural de Gorbeia, a algo más de mil metros de altitud. El oficio religioso dio inicio a las 12.00 horas con el himno a la Virgen de las Nieves y se cerró, como no podía ser de otro modo, con el himno al patrón de Bizkaia y Gipuzkoa. Durante la eucaristía el párroco –en esta ocasión, Carlos Olabarri– recordó a los mendizales muertos a lo largo del año y, especialmente, a los pastores difuntos. Y es que, en sus orígenes, la misa en honor a San Ignacio y a Nuestra Señora de Las Nieves servía para que los pastores, que durante el verano subían al monte con los animales, no tuvieran que bajar al pueblo para asistir a los oficios religiosos.

De este último colectivo, cada vez más escaso por la dureza del oficio y la falta de relevo generacional, destacó la presencia en el acto de Jon Etxebarria –de la quesería Ipiñaburu, de Zeanuri, y dos veces campeón del Concurso de Quesos de Ordizia– y de Enrique Etxebarria quien, con casi 80 años, ha dedicado y sigue dedicando su vida al pastoreo en Gorbeia. Juventud y veteranía unidas para mantener viva la costumbre de acudir al tradicional oficio religioso en honor a San Ignacio que, por motivos de capacidad de la pequeña ermita de la Virgen de las Nieves, se tiene que celebrar al aire libre puesto que su interior mide tan solo 3 por 2,25 metros.

Y un año más, al término de la misa, el Ayuntamiento de Zeanuri volvió a repartir entre los allí presentes el típico barrauskari o almuerzo ligero a base de vino blanco y galletas, mientras los txistularis alegraron el buen ambiente con su música. Fue ya el momento de compartir charlas sin prisas, de saludar a amistades o de recordar a los que faltan; e incluso hubo quien aprovechó para pensar, en ese incomparable e idílico paisaje, un nuevo reto montañero. Algunos grupos de personas se quedaron, después, a comer bajo la sombra de los árboles, con alimentos traídos de casa, mientras que otros se acercaron al refugio de Arraba. Sin duda, reinó el buen ambiente en una jornada en la que, además, acompañó el buen tiempo. La misa a mayor altitud de Bizkaia sigue gozando de muy buena salud.