Padre de mellizos, gestor de seguros y alcalde callejero, Saulo Nebreda afronta la que, anuncia, será su última legislatura como alcalde del pueblo que le duele y al que ha dedicado 12 años como edil y 10 como regidor. Consciente de que lo que ha hecho hasta ahora es importante, reconoce que esta legislatura es especial porque “queremos aprobar el PGOU, la hoja de ruta que nos llevará al desarrollo de nuestros pueblo en los próximos 25 años”.

Hace un mes que tomó posesión como alcalde con un acuerdo de gobierno con el PSE y ya debe atender una patata caliente como es la tentativa de Agaleus de instalar Sader en La Barguilla. La primera en la frente.

—En Ortuella estamos tranquilos porque nuestra normativa municipal, y así se lo hemos transmitido al Gobierno vasco en nuestras alegaciones, no tiene encaje para esta actividad en La Barguilla y por ello hemos requerido el archivo del expediente.

Una argumentación que no es nueva y a pesar de ello el Gobierno vasco abrió expediente informativo para la Autorización Ambiental cuyo período de alegaciones acabó este lunes.

—Entendemos que este será un trámite de parte de la empresa de reciclaje de residuos, pero el Ayuntamiento ya se ha pronunciado con el ordenamiento en mano y cualquier decisión contraria puede moverse en el ámbito de la prevaricación.

¿Tiene el Ayuntamiento alguna otra patata caliente como Sader?.

—Afortunadamente la gestión municipal se mueve en otros parámetros mucho más importantes para el futuro de Ortuella como puede ser la culminación de un largo proceso que nos lleve a aprobar el nuevo PGOU de nuestro pueblo. El último data de 1985 y ya es hora de sentar las bases de la configuración del municipio para las próximas décadas en cuanto a su desarrollo urbano, sus expectativas de crecimiento poblacional, industrial, de empleo y de condiciones de vida de sus habitantes mediante la mejora de sus servicios públicos y sus infraestructuras.

Permítame, pero usted ha abierto la caja de Pandora. Ortuella está dividida en dos por la N-634 y las vías del ferrocarril. Difícil encargo.

—Ambas vías forman parte ineludible de nuestra historia, pero ha llegado el momento de que dejen de ser un problema, una trinchera, para convertirse en aliados de la ciudadanía. Gracias a la labor desarrollada en el Congreso por el grupo jeltzale cada vez está más cerca –hablamos de meses– la solución a la eliminación del paso a nivel de La Ralera que supondrá el primer paso para la posterior eliminación del paso a nivel de Bañales. Además, está en licitación por 2,4 millones la mejora de accesibilidad a la estación de la Sagrada Familia que pasará a llamarse de Otxartaga-Golifar.

Hemos visto maquinaria foral arreglando el firme de la BI-734 a la entrada de Ortuella desde Trapagaran. ¿Preludio de una cesión?

—Es sin duda otro de nuestros envites para esta legislatura. Convertir la N-634 en una vía urbana en la que se ralentice el tráfico rodado hasta el punto de que la ciudadanía sea protagonista de la vía frente a los vehículos. Ya tenemos el anteproyecto y confiamos en que la cesión se materialice en esta legislatura aunque su desarrollo completo conllevará más de una legislatura. La cuestión primordial es la creación de la rotonda en la N-634 para derivar el tráfico hacia Urioste y la dotación de aceras para comunicar de forma segura a los vecinos de Intxaurdi con el barrio abantoarra de El Casal. Luego quedaría la actuación a lo largo de la avenida Lasagabaster.

Obras sin duda importantes pero ¿qué hay del día a día en la mejora urbana?

—Esta sin duda va a ser la legislatura que culmine la accesibilidad en núcleos tan importantes como Mendialde o Aiega con nuevas rampas mecánicas o el Grupo Gorbea en el que, de la mano de Osakidetza, afrontaremos una profunda reorganización urbana.