“Una edición espectacular en todos los sentidos. El tiempo ha acompañado, el público ha respondido y todo ha salido tal y como lo habíamos ensayado”. Son las buenas sensaciones que ha dejado la Pasión Viviente de Arkotxa, en Zaratamo, tanto entre los componentes de la asociación organizadora Gaztek-abi, como entre los más de 120 participantes y agrupaciones colaboradoras. A pesar del desgaste físico y mental que supone esta realista recreación y de “los cuerpos doloridos y agotados” de algunos de sus principales personajes, el desarrollo y resultado final del arraigado acto cultural y religioso “ha dejado la euforia por los cielos”, aseguró, a su término, Aitor Sainz, vicepresidente de Gaztek-abi y director artístico de la representación, que no dudó en tener una mención especial para los más peques. “Es un encanto ver cómo lo viven y lo sienten, cómo se ilusionan y las ganas que tienen de repetir. A mí me encanta porque me recuerda cuando yo era así de pequeño. Participé, por primera vez, con solo 5 años y lo viví así. Y, ahora, de adulto, son los que te dan la ilusión para seguir y para pensar que la Semana Santa de Arkotxa tiene futuro”.
Es importante ese aspecto porque el barrio de Arkotxa lleva desde 1968 volcándose en la recreación de los principales episodios evangélicos que narran lo acontecido a Jesucristo entre la última cena y su crucifixión y muerte. Desde entonces tan solo tres años se ha dejado de representar el jueves la Última Cena y el viernes la Pasión Viviente, y esta última cita es la que, sin duda, mayor número de personas congrega. “Tenemos un público muy fiel, de Zaratamo y de municipios del entorno, y el volumen de esta edición ha sido similar al de otras”, destacó Aitor Sainz.
El acto dio inicio a las 11.00 horas con la representación de escenas como la oración en el Huerto de los Olivos, el prendimiento de Jesús tras ser señalado con el beso de Judas, el juicio de Cristo, las negaciones de Pedro, el arrepentimiento de Judas o el juicio de Pilato. Pero lo que, de nuevo, volvió a atraer más la atención del público fue la secuencia de acontecimientos conocida como la Pasión, es decir, el Vía Crucis en el que el personaje de Jesús porta una cruz de 80 kilos de peso por toda la barriada de La Dinamita y representa, seguido y acompañado por la multitud, lo narrado hasta el momento de la crucifixión, al inicio de la barriada de Upo Mendi. El calor de esta edición, lejos de ser un inconveniente, ha ayudado a su buen desarrollo. “Es cierto que, en días así, tenemos que beber mucho para estar bien hidratados, pero también paramos más y vamos más despacio, y eso permite que la gente lo disfrute mucho más. Y así ha sido este año”, apostilló Sainz con satisfacción.