Conocí a Iñaki Ozamiz en mis años de secretario de EGI pero fue a partir del año 2006 cuando él cogió el testigo de la Secretaría de Euzko Gaztedi y esa relación se forjó en más que una amistad. Tuve el honor de compartir muchas horas de oficina, de preparación de campañas, de actos, de asambleas territoriales, y cómo no, de la fiesta del Alderdi Eguna. Iñaki era un joven risueño, siempre dispuesto a todo, aguantando a Gargamel, Fotocopias, Asturias, al Culebra, Cuatrimetri…. Ese tipo de personas que, sin darte cuenta, deseas tener a tu lado en la vida.

Siempre se es joven cuando la despedida es en activo, y él era especialmente dinámico y diligente. Una vida de militancia y compromiso con su país y con su Partido. Itxartu, gaztetxos, EGI, EAJ… toda una trayectoria al servicio de una causa. Desde Algorta hasta el Parlamento, desde el colegio electoral cada domingo de elecciones hasta Sabin Etxea.

Iñaki ha sido muchas cosas, pero para nosotros ha sido, sobre todo, un imprescindible en la organización del Alderdi Eguna. Especialmente en el –nunca suficientemente reconocido– Lunes de dolores; es decir, el día siguiente al Alderdi.

Es fácil organizar y montar un evento, pero no tanto desmontarlo; la expectativa e ilusión de algo grande que va a suceder y con una campa impoluta, frente a la celebración consumada con la campa malparada. Mañanas frías y húmedas, café doble caliente, dolor de cabeza persistente, guantes ajados y demasiados mostradores para desmontar, apilar, cargar y descargar en la lonja dolor de cintura mediante. Pero alguien tiene que hacer el trabajo. Iñaki lo hacía y se quejaba menos que los demás. Quizás porque era más joven, porque estaba más en forma que los demás o porque disimulaba la adversidad de un modo soberbio. También por su capacidad para estar siempre ahí, pero sin hacerse notar.

Y es que Iñaki era un líder capaz de enseñar a unos niños a bailar, de formar a unos chavales en gaztetxos, de guiar a una generación de EGI, de gestionar una negociación dura, de hacer turnos triples en Gogorregi, de clavar cien varillas en el suelo para crear de la nada un aparcamiento, de impulsar una reunión de amigos en torno a un café o a una comida con su consecuente sobremesa, de formar una familia... pero un líder siempre discreto, elegante y humilde. Un hombre cohesionador. Un amigo.

No te vamos a olvidar nunca, como no te van a olvidar tus amigos de aquí y de allá: del partido o de tu cuadrilla, de ikastola o de la universidad, de Estados Unidos o de Argentina, los que hiciste entorno a un debate político o los que hiciste entorno a la música y a la dantza, o los que hiciste en la ikastola de tu hija y de tu hijo.

Abertzale y tan humano, habrá pocas personas que nos representen tan bien como tú. Tenemos claro que esto no es más que un hasta luego. Estamos seguros de que cada año, tras el último domingo de septiembre –y con permiso de June, Ander y Ainara– seguiremos contando con tu presencia, nos seguiremos apoyando en tu compañía, escucharemos tus carcajadas y veremos tu sonrisa dibujada en el cielo de Foronda, de Algorta, de Sopelana y de Barrika para que, desde ahí arriba, nos alivies los Lunes de dolores. Supongo que Los Gemelos, el inglés y compañía ya estarán esperándote para ponerte el peto de Antolakuntza.

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Por Unai Andraka en nombre de todas y todos los voluntarios que hacen posible los actos del PNV.