Los hermanos Margot y Stephen tratan de reconstruir sus vidas después del trágico incendio que destapó las miserias de su familia, los todopoderosos Crawford. Cuanto más lejos, mejor, así que, para su nuevo comienzo cambian Estados Unidos por la Costa Azul francesa. Cinco años después, su compañía de telecomunicaciones ha despegado y se disponen a saltar al mercado asiático. En la fiesta de presentación del proyecto de expansión, Stephen descubre el cadáver de su asistente en la sala de juntas de su oficina y los invitados le acusan de ser el asesino de un crimen retransmitido en directo. A ella las cámaras de seguridad del museo del Louvre la captan robando una valiosa escultura que ha pertenecido a la dinastía durante décadas. ¿Qué ha ocurrido? Para desentrañar los misterios hay que leer Escándalo en la Riviera, la última novela del periodista y escritor de Turtzioz Javier Palacio, continuación de su anterior libro, La maldición de los Crawford.

Las noches sin dormir para cuadrar todos los ingredientes del misterio cobraron sentido cuando visitó los enclaves donde transcurre la trama, después de haberla terminado. “Cuando propuse el viaje a mis amigas, les encantó”, cuenta durante unos días de descanso en Turtzioz, su municipio natal, procedente de Madrid, donde trabaja en el grupo Mediaset. La obra “aún no se había publicado y fui explicando cosas sin entrar en spoiler: en Villa Les Cedres, que no se puede ver, viven los protagonistas; en Villa Ephrussi de Rothschild, donde sí pudimos entrar, se desarrolla el clímax final”. Ambas mansiones se encuentran en la elegante Saint-Jean-Cap-Ferrat, pero también pasearon por Niza o Mónaco, imprescindibles en la historia, y extendieron al viaje a París, que también se cuela en las páginas.

El relato arranca con un avión desaparecido, inspiración “del vuelo de Malaisian Airlines” que se evaporó en 2014. A partir de ahí, somete a los personajes a “situaciones límite juntando varias ideas que tenía en la cabeza”. Cuesta no desvelar más de la cuenta, pero sí confía que “lo iba liando tanto que ya no podían suceder más cosas y es como si hubiera metido cinco novelas en una”. De hecho, “hubo un momento en el que tuve que parar y guardar el libro en barbecho porque no sabía cómo terminarlo, daba vueltas en la cama hasta las cinco de la madrugada porque cuido los detalles al máximo: una simple mancha de sangre en la camisa descuadraba el resto”. Al final, dio con la solución y se explaya en “casi cien páginas” en las que la detective desenmaraña el caso al más puro estilo Agatha Christie “con todos reunidos en el salón de la casa mientras pone sobre la mesa las pistas y el proceso para desenmascarar al culpable. “No puedes tratar de tonto al lector, sino diseminar pistas verdaderas y que puedan alcanzar el desenlace con un buen criterio, nada de hacer trampas y sacarte un villano de la manga en la última página y atribuirle todas las maldades, porque te penalizan”.

Andrew Waytt, uno de los pilares de Superficial, también un mordaz análisis la alta sociedad, realiza un cameo habiendo envejecido dos décadas desde el final de aquella trilogía, el debut literario de Javier Palacio. Todo ello, aderezado con constantes referencias a series de televisión, películas y canciones míticas de los años ochenta y noventa: Los diminutos, Top Gun, Indiana Jones...: “¡Me dicen que el libro es muy yo!”.