Mucho calor, un ambiente de fiesta que se dejó notar desde primera hora derivado de las ganas guardadas durante dos años de pandemia y la asistencia de miles de personas, que abarrotaron la localidad, fueron los ingredientes de otra edición del Antzar Eguna que se escribe con éxito rotundo.
Lekeitio volvió a disfrutar este lunes de una de las festividades con más arraigo de la costa de Euskal Herria. La villa marinera se vistió de mahón una vez más al calor de los miles de asistentes, autóctonos y llegados de municipios aledaños. A esto último ayudó que el día grande de las fiestas de San Antolín coincidiera en jornada laborable y víspera de la festividad de Elcano. En este sentido, el Consistorio se adelantó ante la previsible afluencia masiva y optó por blindar el pueblo a cal y canto: desde las diez de la mañana los accesos al tráfico permanecieron cerrados hasta las doce de la noche.
Como novedad, este año y de aquí en adelante, se prescindió de los gansos previamente sacrificados, por lo que se utilizaron animales de goma de acuerdo a la orden aprobada por el Ayuntamiento el pasado 12 de agosto. Una decisión que consideraba “la evolución natural de las fiestas y costumbres”, según aclaró el Consistorio. Esta norma se ajustaba a las preferencias de las cuadrillas durante las últimas ediciones ya que la mayoría escogían tirar del ganso artificial.
En esta ocasión, compitieron un total de 101 potines, de los que 76 eran de Lekeitio y 25 de fuera. Una cifra superior a la alcanzada en el 2019, con 95 embarcaciones inscritas. La primera en abrir la espita a las cuatro de la tarde fue la Xalyut. La cuadrilla que realizó el mayor número de alzadas obteniendo el cuello del Antzartek fue Abarketa de los brazos de Igor Barainka, con ocho alzadas. Ioritz Etxebarrieta , de Txizipozo, logró otras 10 elevaciones sin arrebatar el cuello al ánade.
Harrapatzailes
A las doce, en el escenario situado en la plaza, comenzó el pesaje de los y las harrapatzailes (quienes se encargan de realizar la alzada en cada cuadrilla). No pueden sobrepasar los 75 kilos. Mientras iban subiendo, se llevaba a cabo el sorteo de los números que portaría cada embarcación participante. Frente al escenario, jolgorio; detrás de este, un mar de nervios. Algo que sentía Jone Bikarregi, harrapatzaile de la cuadrilla Arrano: “Estoy muy emocionada y bastante nerviosa también. Es la primera vez que participo y esto es solo la parte que se ve. Ha habido mucho trabajo desde Semana Santa para preparar el bote”, comentaba mientras aguardaba su turno.
Soportar el sol en la plaza se presentaba como una tarea algo complicada. Por eso, en las calles aledañas las cuadrillas se refugiaban en la sombra al calor, también, de los carros, algunos con latas de cerveza y otros, con altavoces. Este el caso de la cuadrilla Aparta Paretik que enseguida encontró su sitio en las inmediaciones del Escolape. “Se nota en el ambiente que había ganas. A ver si puede ser un buen día y logramos hacer muchas alzadas. Llevamos desde los 16 años con el bote y ahora tenemos 29”, explicaba su patrón Ibon Aboitiz.
Antes de la hora de comer y ya finalizado el sorteo, las cuadrillas aprovechan para pintar el número que se les ha asignado en el bote. A los Dzi-Platz les ha tocado este año el 18. “Llevamos quince años participando. Esto es parte del marrón”, bromeaba su patrón.
LOS PREMIOS
300 euros. Igor Barainka Erkiaga, de Abarketa, se llevó los 300 euros y la txapela con ocho alzadas y el cuello. Ioritz Etxebarrieta, de Txizipozo, se llevó los 300 euros por las diez izadas sin cabeza. Mientras que el premio a la elegancia recayó en T-Kento.
MUJERES
26 harrapatzailes. En esta edición compitieron 101 cuadrillas, seis más que en la anterior edición celebrada en 2019. Del total de harrapatzailes, 26 fueron mujeres, dos más que hace tres años; mientras que otras 19 ejercieron como patronas.
