"Prométeme que harás lo que sea para salvar la Tierra", pidió Sergio, de 16 años, a su madre la tarde anterior a su muerte por una enfermedad degenerativa. Ese mismo día, sus padres decidieron indicar en su testamento que una parte de su herencia fuese a parar a la ONG Greenpeace. En el caso de Pepa Andrade, de 75 años, superviviente de un cáncer tenía claro que apoyar la investigación es pensar en el futuro de su familia y fue ella misma la que dio los pasos para que parte de sus bienes los exploten en Cris contra el Cáncer: “Para que sigan luchando contra esta enfermedad y salvando vidas”.

Sus deseos en vida quedaron así recogidos en legados o testamentos solidarios a ONG, que emplean esas donaciones en proyectos educativos, de medio ambiente, investigación o cooperación internacional, entre otros ámbitos porque la acción es muy amplia. Un apartamento, parte de los ahorros, una joya o 200 euros... “No hay herencia pequeña; cualquier donación que se haga en un testamento, por pequeña que sea, puede lograr grandes cambios”, explicaba hace tiempo Israel Quesada, responsable de Herencias y Legados de Unicef.

En el Estado se firmaron 1.026 testamentos solidarios en 2020, según datos del Consejo General del Notariado. Durante los meses de pandemia se detectó un aumento de las personas que reclamaban información sobre esta práctica solidaria, explicaban desde la plataforma web que agrupa a 23 de las ONG con mayor impacto en distintos ámbitos. Tal y como explicaba el representante de Unicef, “no se deja de lado a los herederos, que tendrán su parte legal, la donación se hace sobre ese tercio de libre disposición; cuando no hay herederos, puede incluir como heredera universal a una entidad o a varias organizaciones”, aclaraba.

En el caso de esta organización de atención a la infancia, esas donaciones son especialmente importantes, destaca, porque los fondos que se obtienen de la venta de ese bien o la cantidad económica si es en efectivo “se destinan a los proyectos más urgentes y con mayores necesidades en ese momento”.

Una casa puede convertirse en una escuela en una comunidad en Centroamérica o un coche puede salvar la vida a más de 400 niños combatiendo la desnutrición aguda con alimentos terapéuticos en África. “La gente se está dando cuenta de que hay muchas necesidades por el mundo y que dejar una parte de tus bienes puede ayudar a que miles de familias que viven en países en desarrollo tengan un futuro más justo”, destacaba Alberto Mora Sevillano, de Manos Unidas. Según el responsable de Herencias y Legados de la organización católica, han aumentado tanto las personas que solicitan información “y también las que vienen con una decisión firme porque llevan años colaborando”. “Hacer testamento no es cuestión de edad; es una manera de reflexionar sobre quién hará un mejor uso de lo que tenemos”, y hacer un legado solidario “permite seguir luchando por un mundo más justo para nuestros descendientes”, enfatizaban.