“Es como un documental continuo”. Esta es una de las frases que abraza Pablo Pérez para hablar de su trabajo. Este getxotarra es guía de naturaleza y senderismo. “Hago rutas para caminar, pero la mayoría son para andar poco y observar aves, flores, mariposas y mamíferos (oso, lobo, gato montés y lince)”, desvela. Es una de las pocas personas de Euskadi que se dedica a ello “a este nivel de profesionalización”, como él mismo reconoce. Este camino tan poco explorado le ha llevado a adentrarse con todos los sentidos en Somiedo, Picos de Europa, Pirineos, Doñana... E, incluso, le ha transportado hasta Alaska, Canadá, Groenlandia y Noruega, a donde partirá, de nuevo, el próximo 12 de julio.“El 90% o más de mi trabajo es con extranjeros. Sobre todo, de Reino Unido. Esta costumbre está más establecida en países como el propio Reino Unido o Estados Unidos”, comenta Pablo. Así que las expediciones de este guía transcurren a lo largo de una semana en la naturaleza más pura, la que suena a cantos de pájaro, huele a flores y siente el poderío del lobo. “Lo que prima es visitar un lugar con un objetivo experimental-educacional”, enfatiza. Vista bien agudizada para contemplar en primera línea al corzo o emocionarse con las aves estudiadas en libros. Una lección en vivo y en directo. Más que un documental. Pablo interpreta la naturaleza. En general, sus clientes son “gente que está jubilada; muchos saben mucho de pájaros, pero necesitan que les lleven donde están; hay personas que son más generalistas y otras vienen con una lista de los pájaros que quieren ver”, desgrana este getxotarra. Y España es hogar confortable para muchas aves. “Es el país de Europa que mayor biodiversidad tiene, porque comparte la región climática atlántica eurosiberiana aquí en el norte, la mediterránea continental en el centro y la mediterránea costera. Eso, en la península, si sumas las islas, pues más todavía. La diversidad de ecosistemas es tremenda, es el nexo de unión entre África y Europa”, apunta el experto. “Gente de todo el mundo viene a ver pájaros y, encima, es un país en el que se vive muy bien. Y es seguro, que es algo que a los que practican este turismo les importa mucho, sobre todo, a los norteamericanos, porque antes iban mucho a países latinoamericanos, pero ahora no les gusta ir”, explica Pablo.

Es una experiencia sin artificios, ni ruidos de coches o agobio de innumerables pasos en la Gran Vía. “Les hablo también de la historia y la cultura y visitamos algún centro, como iglesias, y a veces hago visitas a queserías y bodegas, para añadir otro toque que enriquezca la actividad. También, a veces, hemos ido en barcos. Vamos siempre a hoteles rurales, pequeños a poder ser, y que tengan un respeto al entorno y a la cultura. También comemos comida tradicional”, describe. Todo en sintonía. No obstante, Pablo aclara que él no es agencia de viajes: “Yo solo vendo mi actividad guiada”. Es el operador turístico el que se encarga, por ejemplo, de gestionar la reserva de los hoteles.

Urdaibai y Bolue

Pablo también acerca la naturaleza vizcaina a las inquietas miradas, aunque en mucha menor medida. “Es más complicado hacer turismo de naturaleza en Euskadi, las agencias no lo consiguen vender bien”, desvela. Aun así, sí ha acudido al Urdaibai Bird Center, por ejemplo. “Me ofrece un lugar específico para las aves y a la mayoría de los visitantes les encanta y se quedan sorprendidos. Ojalá Urdaibai se considerara más en ese sentido y se promoviera la conservación de las aves y de la naturaleza, de la propia marisma, que por eso es reserva de la biosfera, frente a otros proyectos como el Guggenheim que quieren hacer, que yo, personalmente, no lo comprendo”, admite este guía. Getxo, su casa, también presenta tremendas posibilidades. “Está muy bien desde el punto de vista de la naturaleza y para aves es fantástico, porque tenemos la costa y ahí tenemos maravillosas plantas, mamíferos marinos, peces y aves marinas. Luego está la campiña interior y humedales, como el de Bolue, que está olvidado. Y tiene las montañas cercanas de Berango, Sopela o Erandio, donde hay corzos, jabalíes y pequeños mamíferos. Yo creo que se podría hacer más cosas de sensibilización ambiental”, opina. Este getxotarra se moja: “Un proyecto muy interesante sería mejorar Bolue y hacer un corredor natural que lo una con la vega de Lamiako, donde se va a hacer un nuevo proyecto, y que ello se vincule con el humedal de Astrabudua. Hay dos ejemplos excelentes para considerar, que son las marismas de Txingudi, en Hondarribia, y Salburua, en Gasteiz. Se podría tomar como modelo y hacer algo similar. No hacer un parque de atracciones, sino algo que valga para la naturaleza y para nosotros. Se tiende a hacer todo como un jardín y, a veces, hay que dejar a la naturaleza más libre. Un ejemplo muy bueno es lo que hizo URA con las obras en el río Gobela, porque llevó a cabo un sistema de restauración fantástico. Está muy bien hecho y es una gozada poder verlo. A la naturaleza, cuando le das un poco, es tremendo la rapidez con la que se recupera. Es muy agradecida. Solo tienes que facilitarle un poco las cosas”, detalla Pablo.

Es evidente la pasión que siente por este medio natural y por todo lo que cobija; su amor y su preocupación. “No hay que llamar sostenible a todo lo que se hace en la naturaleza y tampoco todo lo que no se hace en la naturaleza tiene por qué ser insostenible”, apunta. “No es buena idea organizar una carrera de montaña en primavera cuando las aves están reproduciéndose. Los adultos se van del nido porque se asustan por los ruidos, la megafonía... y no entran en él; y si el pollo tiene 10 días e igual llueve y hace frío, se muere de hipotermia”, destaca. Hay que escuchar a la naturaleza. Pablo lo hace y la interpreta.

“Lo que prima es visitar un lugar de la naturaleza con un objetivo experimental-educacional”

“Un proyecto interesante sería hacer un corredor natural que una Bolue, Lamiako y Astrabudua”

Guía de naturaleza y senderismo