Viste vaqueros y sudadera y un alzacuellos que asoma marcando la diferencia. "Me ayuda a ser consciente de lo que hago", dice. Jaime Pizarro, bilbaino de 25 años, se convertirá hoy en el sacerdote más joven de Euskadi tras ordenarse este mediodía en la Catedral de Santiago, junto a Txomin Alonso, vecino de La Peña de 41 años. Ambos contribuirán a aportar un soplo de aire fresco a la Iglesia vizcaina, aunque lo tienen difícil para bajar la edad media de sus 252 curas, situada en los 74 años. El relevo generacional llega con cuentagotas. De hecho, en los últimos cinco años solo se han ordenado en Bizkaia cuatro sacerdotes de Getxo, Amorebieta, Durango y Segovia, con edades comprendidas entre los 29 y los 50 años.Consciente de que su vocación no es habitual, Jaime anima a los jóvenes a perseguir su meta más allá de lo que opine el resto. "Yo he escogido el sacerdocio porque me hace feliz, aunque resulte raro. Cuando uno cree que algo va a ser importante en su vida, merece la pena apostar por ello. Que no se pierda la oportunidad de hacerlo por pensar que va a ser un poco extraño", predica.

Jaime Pizarro, 25 años

"Hay momentos en que te entra la duda"

De pequeño le gustaba la carpintería. Ahora, ir al monte, estar en el campo, ver películas, leer libros y cómics, estar con los amigos... "Lo normal", apostilla Jaime Pizarro, que se ordenará hoy como sacerdote, pero no deja de tener 25 años.

Nacido en el seno de "una familia cristiana practicante", a Jaime le surgió "la inquietud" por ser cura en Primaria, pero la dejó pasar. "En 4º de la ESO me volvió la pregunta y me la tomé más en serio, estuve conversando con un sacerdote y fui haciendo un pequeño recorrido para ver si podía serlo yo. En segundo de Bachillerato ya tomé la decisión de entrar en el seminario", relata. Atravesó sus puertas después de hacer la selectividad, con 17 años. "Todo el mundo se lo tomó bastante bien, con alegría. Sentí bastante apoyo. No recuerdo a nadie que me dijese: Jo, pues vaya".

Su vocación no es incompatible con mantener las amistades, aunque les "cuesta" hacer coincidir los horarios. "Los domingos por la mañana los tengo ocupados, pero se busca el momento. Al final, es adaptarse". A lo que sí ha renunciado es a la posibilidad de tener pareja o de formar una familia. "Claro que me lo he planteado, pero uno escoge y, al hacerlo, hay otras cosas que deja. Vulgarmente se podría decir que es como cuando vas a un restaurante y tienes que elegir platos. Todos están muy buenos, pero tienes que escoger y yo he escogido el sacerdocio porque merece la pena", afirma.

Por muy claras que tenga las ideas, Jaime reconoce que alguna vez a él también le han asaltado las dudas. "Son cuestiones normales. Es una decisión fuerte, importante en mi vida, y hay momentos en que te entra la duda, te agobias, te cansas, pero piensas que si Dios te llama, te acompaña. No estás solo y es posible hacer este camino", explica.

Embebidos en sus smartphones, los jóvenes no solo no reciben la llamada, sino que cada vez están más alejados de la Iglesia e incluso la critican. "Si miras las instituciones más valoradas de la sociedad, la Iglesia no sale muy bien parada. Sin embargo, Cáritas, que es una parte de la Iglesia, está muy bien valorada. Existe un desconocimiento", dice Jaime, quien lamenta que, "cuando se habla de la Iglesia, se recuerde lo malo".

Puestos a pensar en cómo hacerla más cercana a la juventud, propone resaltar también lo positivo. "Los jóvenes piensan en la Iglesia como algo que ya es antiguo y que no aporta. Habría que mostrar que creer en Dios sigue siendo interesante, bueno, actual y aporta a la vida, complementa y ayuda. Que no es algo que pone trabas o dificulta", defiende.

Sobre la decepción que haya podido causar la actitud de la Iglesia con respecto a los abusos sexuales a menores, Jaime señala que a esta "se le exige, como institución, que sea santa, buena y que haga siempre el bien. Entonces, siempre que hace algo mal es como que la Iglesia me ha fallado". A este respecto, añade que "la autocrítica es necesaria". "Siempre hay que revisar cómo estamos actuando, no para lanzarnos todo el día piedras sobre nosotros mismos, sino para corregir y hacer lo que la gente espera de la Iglesia, que sea alguien bueno que nos hable de Dios y si no eres creyente, saber que es alguien que hace mucho bien", explica este joven que, tras su paso este curso por Basauri, desde septiembre realizará su servicio como sacerdote en Sestao. "El trato con la gente -dice- llena bastante".

Txomin Alonso, 41 años

"No tienes que estar encerrado rezando"

"Yo no había pensado nunca en ser cura ni en entrar en el seminario. De hecho, estaba saliendo con una chica". A Txomin Alonso la vocación se le fue despertando casi sin darse cuenta. De hecho, estudió en la Escuela de Minas de Barakaldo, cursó Organización Industrial en Bilbao, trabajó como ayudante de ingeniero en sendas fábricas, dio clases en una academia e hizo un máster en Dirección empresarial desde la innovación e internacionalización en Sarriko. Nada que pareciera indicar que terminaría siendo el responsable de las parroquias de Ermua, Mallabia, Zaldibar y Berriz, labor que desempeñará, ya como sacerdote, al inicio del próximo curso.

Dice este vecino de La Peña que no "era anticlerical ni iba a misa todos los domingos, pero tenía algún trato con la gente de Iglesia", que en 2011 retomó "la cuestión de la fe", a raíz de confirmarse su hermana, y que, "profundizando poco a poco en la vida de la parroquia y en su sentir", cinco años más tarde dio "el salto al seminario". Justo después de que se rompiera su noviazgo. "Ella no era creyente, pero viendo que era respetuosa y que yo no tenía pretensiones de convertirla, yo creía que podíamos formar una familia. Debió de pensar que podía obligarla a ciertas cuestiones, cosa que nunca pasó, y dejó la relación", se sincera Txomin.

Al seminario fue pensando "voy a ver este primer año de curso si esto realmente es lo mío". A partir de ahí, dice, "la cosa fue más rodada y hasta ahora". La familia, antes de dar el paso, le dijo que reflexionara, que si no había posibilidad de que lo compatibilizara con otras cosas... "No digo que me aplaudieran ni me montaran una fiesta, pero, viendo que era un año de prueba, no hubo oposición", dice. "A los amigos les sorprendió mi decisión, después de la vida que había estado teniendo y de un noviazgo tan reciente, pero me dijeron que me apoyaban y que ya coincidiríamos. Seguimos manteniendo el contacto. Evidentemente no voy a ir a una despedida de soltero a lo loco ni estar hasta las cuatro de la mañana, pero cenar o tomar algo un sábado a la tarde-noche, después de estar en la parroquia, sin ningún inconveniente", aclara.

Precisamente el hecho de que "se pueda llevar una vida social sana" fue una de las cosas que le sorprendieron cuando comenzó a residir en el seminario. "Estás de vocación, tienes que estudiar y atender los fines de semana la actividad en la parroquia, pero no tienes que estar encerrado en la capilla rezando las 24 horas del día con el rosario en la mano. Puedes tratar con la gente, sin perder la oración", confirma.

También le llamó la atención que la Iglesia no estuviera tan reñida. Una prueba de ello, apunta, es "el padre Lemaître, el descubridor de la teoría del Big Bang, que era un sacerdote belga. Y es cierto que existió lo de Galileo. También iba con ese prejuicio: mira lo que le pasó y, cuando lo lees, la cosa no es tan negra como la pintan", asegura Txomin, a quien le resultó curioso que "el Departamento de Economía II de Sarriko fuera fundado por Emilio Soldevilla, que era cura. Si no llego a saberlo, me habría quedado con qué malos fueron con Galileo", reconoce.

Durante su estancia en el seminario lo que más le ha costado "es la obediencia en ciertos momentos". Tampoco le ha resultado fácil acostumbrarse a que un día fuese calcado a otro. "En un momento dado del proceso la cosa se vuelve más monótona y te surgen dudas: ¿Esto es todo lo que hay? ¿No estaría mejor formando una familia?". Se disiparon en cuanto conoció "las distintas realidades de las parroquias, donde hay personas con diferentes problemáticas. Con tener los ojos abiertos y querer ayudar, nunca te vas a aburrir".

La sequía de vocaciones y feligreses la achaca este presbítero a "la falta de compromiso de la gente que también afecta a otras instituciones" y, al igual que Jaime, su compañero de ordenación, es partidario de que la Iglesia haga examen de conciencia. "Si no eres crítico contigo mismo, acabas creyendo que eres el mejor de todos y viviendo en un mundo que no es el real. En el caso de los abusos ha podido haber en principio un desconocimiento de la proporción del asunto. Cuando han ido saliendo los casos, la Iglesia, antes de actuar, se quiere asegurar, lo que supone un retraso de tiempo. Además, a veces se toman decisiones pensando más en querer salvar el prestigio, pero por suerte hoy en día la actitud ya es diferente".

"Los jóvenes piensan en la Iglesia como algo que ya es antiguo y no aporta, pero creer en Dios es actual y ayuda"

"La autocrítica es necesaria para corregir y hacer lo que la gente espera de la Iglesia, que sea alguien bueno"

Presbítero de Bilbao

"Yo no había pensado nunca en ser cura ni en entrar en el seminario. De hecho, estaba saliendo con una chica"

"A veces se toman decisiones pensando más en querer salvar el prestigio, pero hoy la actitud ya es diferente"

Presbítero de La Peña