Un diagnóstico que cambia la vida. La palabra cáncer genera angustia, sensaciones encontradas y momentos de mucho sufrimiento, tanto para los pacientes como para sus familiares. Uno de los más comunes en mujeres es el de mama y el ginecológico. Y ahí está la razón de ser de Acambi, la Asociación de Cáncer de Mama y/o Ginecológico de Bizkaia. "Las personas nos conocen por la página web o porque les comentan en el hospital de nuestra existencia", comenta Maite Elorriaga, presidenta de Acambi.

El primer contacto se basa en "conocer sus necesidades, ver qué necesitan en ese momento". Posteriormente, les van abriendo pasos y les informan sobre "la quimio, el banco de pelucas o sobre nutrición y deporte". Elorriaga considera la figura del nutricionista como esencial ya que "puede haber cambios en la dieta. Cuando estás con el tratamiento y no tienes hambre, aunque sea en pocas cantidades tienes que saber qué comer para que no te falte ningún nutriente". Además, también es necesario "hacer ejercicio de fuerza y no perder la musculatura" por lo que les aconsejan sobre qué actividades son las más recomendables. Y sobre este último aspecto tienen muchas ilusiones puestas. "Nos gustaría poner en marcha un gimnasio que esté avalado por profesionales de la medicina deportiva", subraya Elorriaga.

Padecer una enfermedad como el cáncer tiene secuelas físicas, psicológicas y sociales. Una de las más habituales es el linfedema en el brazo. "Puede aparecer tras la cirugía, el tratamiento o años después", revela la presidenta de Acambi. Por ello, ofrecen un servicio de "drenaje linfático que lo imparten fisioterapeutas especializados".

Las consecuencias físicas se pueden llegar a notar exteriormente. Sin embargo, las psicológicas son las que más daño causan y, en ocasiones, no se pueden ver. "La mayoría de las veces necesitan apoyo psicológico. De repente se para toda tu vida y necesitas saber cómo gestionar todo. Las psicólogas dan las pautas", asegura Larrinaga quien pone en valor el trabajo de las voluntarias: "Les escuchamos y muchas veces nos dicen que esos sentimientos no los pueden expresar con las familias". Precisamente, para ellas también hay un proyecto. "Son los segundos pacientes, están afectados por el cáncer en segunda líneas. Les tenemos que dar herramientas", apunta la presidenta de la entidad.

Por último, se encuentran las secuelas sociales. Una vez terminado el tratamiento y con el alta médica llega el momento de reincorporarse al trabajo. Una situación que para muchas mujeres supone un nuevo obstáculo. "El cáncer se ha podido curar pero han podido quedar efectos secundarios", subraya Larrinaga quien afirma que este es "un nuevo reto que no sabemos muy bien cómo plantear". Así, de momento apuestan porque "haya una mayor información, coordinación y cooperación entre el entorno sanitario y el socio laboral con el objetivo de que haya una reincorporación gradual" que permita a las mujeres volver a su puesto de trabajo con todas las garantías.

La labor de Acambi se visualiza en numerosos eventos. Uno de los próximos es que Javier Abaurrea repetirá en Gordexola ya que el año pasado completó un reto a través del cual destinó la recaudación a la investigación en Bio Cruces. Este año, la recaudación irán para Acambi, para que pueda seguir apoyando a tantas y tantas mujeres con cáncer.