La labor pedagógica realizada en torno al uso de la mascarilla ha calado tan hondo que la mayoría sigue llevándola en espacios abiertos incluso ahora que deja de ser obligatorio. Al menos en zonas urbanas. En Bilbao llamaba más la atención quien iba sin taparse la cara -como si el acto de desnudar el rostro fuera toda una transgresión en los tiempos que corren- que quien optaba por mantenerla cubierta.

"Es raro no llevarla, casi te da apuro porque todos la tienen puesta", confesaba, sentada en una terraza de Ledesma, la joven alavesa Garazi Bonaetxea, quien se había pintado los labios para celebrar esta pequeña batalla ganada a favor de la normalidad. Sin embargo, la opción más extendida era la que apostaba por la prudencia. "Hasta que no me den la segunda vacuna y pasen 15 días no pienso quitármela", revelaba, por su parte, Amaia Jauregi, vecina del Casco Viejo acompañada por su madre.

Si el último estudio realizado por el Gobierno vasco sobre las percepciones y actitudes vinculadas a la pandemiaestudio realizado por el Gobierno vasco recogía que casi la mitad de la población vasca (un 47%) prefería que la mascarilla siguiera siendo obligatoria en espacios abiertos, lo cierto es que llegado el ansiado día en el que su uso deja de ser una imposición es más de la mitad de la ciudadanía la que lleva a la práctica esa preferencia.

"Aún es precipitado porque el porcentaje de los que están sin vacunar es elevado", argumentaba Jauregi, a la que no le faltan ganas para desprenderse del cubrebocas. "Pero por 20 días más que la lleve no pasa nada, puedo esperar", exponía antes de revelar que cuando se la quite se verá haciendo "un montón de muecas", sin poder esconderlas bajo la mascarilla.

A su lado, su madre Itziar Bilbao consideraba que la no obligación de utilizar el tapabocas iba a suponer "un lío" para los comercios porque la gente iba a entrar sin llevarla puesta. De hecho, Vanesa, dependienta de la tienda Khala, afirmaba que había tenido que llamar la atención a dos clientes por eso mismo. "La respuesta ha sido muy buena, se la han puesto seguido porque no se habían dado cuenta", ha relatado.

Precisamente, en este comercio de accesorios tienen en venta una amplia variedad de mascarillas. "Cada vez se venden menos, pero se siguen vendiendo complementos, como cadenas para llevarla colgada", indicaba a la vez que señalaba las cajas para portarlas. Y es que aunque su uso no sea imprescindible en espacios abiertos, sigue siendo obligatorio llevar una mascarilla encima.

UN COMPLEMENTO QUE SE QUEDA

Siendo España uno de los Estados más severos en cuanto al uso de las máscaras, muchos expertos vaticinaron que se trataba de un accesorio que había llegado para quedarse. Razón no les faltaba a juzgar por su implantación en el centro de la villa. Aunque es cierto que en muchos espacios no podía mantenerse la distancia preceptiva de metro y medio para poder despojarse de la mascarilla debido a las aglomeraciones, provocadas por las rebajas o actos diversos relacionados con el Día del Orgullo.

Con todo, había quien aprovechaba la nueva flexibilización. "Ha sido una liberación. A las 8.30 he salido de casa sin mascarilla y me he sacado una selfi para mandársela a mis amigos", afirmaba Moises, mientras su pareja Aintzane, también sin mascarilla, mostraba su sorpresa al identificarse dentro de una minoría: "Nos ha sorprendido. Cuando la pusieron obligatoria nadie la quería llevar y ahora que no lo son la gente no se la quita". Entre medias, había quien hasta ayer habría quebrantado la normativa, llevando la mascarilla a media asta, y que hoy, cubriendo únicamente la barbilla, respiraba con la tranquilidad de quien sabe que no será multado.

Otra fórmula ha sido la empleada por Susana Novoa. Esta vecina de Bilbao descansaba en un banco de la Gran Vía sin cubrirse la cara después de haber dado un paseo, en el que sí llevaba la máscara colocada, desde la calle Autonomía. "Vengo de vacunarme y hasta tener la pauta completa no pienso andar sin mascarilla en cualquier sitio", aseveraba tras haber recibido el segundo pinchazo de Pfizer. "A ver cómo va la cosa, esperemos que la gente joven no se desfase demasiado. Todos tenemos ganas de salir y de estar sin mascarillas", afirmaba.