"En términos generales, el 2020 ha sido un año para olvidar aunque con matices", resume sin ambages la directora del Museo de la Minería del País Vasco, quien no obstante se felicita porque "el equipo humano que forma el museo ha podido aprovechar muy bien el tiempo del confinamiento y el cierre de la actividad al público para desarrollar labores de intendencia y mantenimiento y para profundizar en la digitalización de los fondos documentales.

Son labores que en el día a día del museo son difíciles de buscarles un hueco", apunta la directora. El pasado año se cerró con un balance de 6.736 visitantes, lo que arroja una cifra desconocida en los últimos quince años de vida de esta pinacoteca que cerró el año 2005 con un total de 9.474 visitas y que alcanzó en 2019 el récord con las 17.008 personas que disfrutaron de este cofre del legado minero vasco.

"No cabe duda de que las limitaciones de movilidad, el cierre de la actividad de los centros docentes y las limitaciones de aforo han hecho que se resienta el número de visitas. Un descenso que se registra a partir de marzo ya que los dos primeros meses del año tuvimos unos grandes resultados con 1.488 y 1,549 visitas, respectivamente", matiza Uribelarrea.

Destaca en el balance la mejora de la accesibilidad exterior y la recuperación de las piedras del antiguo frontón de Gallarta, la exposición de Las Escuelas de Barriada, que incluyó la edición de la primera audio guía descriptiva para personas con diversidad funcional visual y la puesta en marcha de un programa para llevar el museo a los centros escolares durante la pandemia. "Sin duda, ha sido un año extraño en el que hemos tenido nuevas donaciones de documentos y objetos históricos y nos ha servido para comprobar que el museo cuenta con un voluntariado a prueba de todo", subraya.