S una suerte que convivamos diez niños en la misma casa porque los que viven solos se tienen que aburrir mucho". Txetxu Mikel Filgueiras, coordinador de los Hogares de Acogida que gestiona Cáritas, está muy satisfecho del ejemplo de convivencia que muestran sus chicos de acogida, tanto como de la disponibilidad que demuestran los trabajadores que habitualmente se encargan de estos hogares y que estos días también exhiben grandes dosis de flexibilidad para compaginar su estancia en estas casas y en la de sus familias. Los hogares de acogida también han cambiado sus hábitos y se han adaptado a la pandemia del coronavirus sin tiempo casi para organizar vidas que vienen de librar otras batallas.

Los tres hogares que coordina Filgueiras están incluidos en el Servicio de Infancia de la Diputación Foral de Bizkaia pertenecientes al programa de red básica. Cada hogar tiene diez plazas para niños de entre 3 y 18 años, aunque en ocasiones puede haber alguno más pequeño si está vinculado a un hermano.

De ellos se ocupa un equipo de profesionales formado por siete u ocho personas por centro y la figura del auxiliar doméstico, que a ellos les gusta llamar "etxeko langile" porque es como el ama de casa que se encarga de la limpieza de las zonas comunes, prepara la comida y demás, y que hace de este grupo de personas una familia. Aunque el objetivo de estos centros es proteger a estos niños y niñas para alcanzar finalmente la reunificación familiar en familia extensa o cualquier otra medida que posibilite su desarrollo y crecimiento en las mejores condiciones.

Llegan a los pisos sin conocerse y entre todos construyen una familia que no es la suya, pero es la que comparten. Y la prueba de ese trabajo lo demuestran estos días de convivencia. Han grabado vídeos para divertirse, juegan todos para entretenerse, los mayores explican a los más pequeños que no se puede salir de casa y, como el resto de la ciudadanía, tratan de pasar los días para superar esta epidemia que les vuelve a aislar.

El coordinador de estos hogares no oculta las dificultades añadidas que para ellos tiene esta nueva situación. "A quien desde tan pequeño se ha visto abocado a salir, toca explicarle, traducirle, que ahora solo puede permanecer. A quienes acompañan, les toca hacerlo en su dimensión más nuclear, sin una dirección, pero con el mayor de los sentidos, la esperanza de que #todoirábien. Toca entender que, junto con las otras muchas caras, quizás ya transformadas en nombres propios, no habrá distancia, en todo caso metro y medio, llevando la convivencia al extremo de la tolerancia, a la raíz de lo comunitario".

La amenaza del coronavirus y los cambios están siendo muy rápidos para todos y también para estos hogares. "Hemos tenido que ir adaptándonos en la medida de lo posible. El objetivo fundamental es mantener la atención, porque hay niños menores de edad y adolescentes a los que tenemos que seguir procurando cuidados y, por otra parte, en el criterio general de la población hay que reducir las posibilidades de riesgo en cuanto a mayor limpieza y sobre todo reducción de movilidad". Por eso, reconoce Filgueiras, "hemos adaptado los turnos para que el personal no tenga que hacer tantos viajes y no haya tanta presencia en el hogar, pero siempre con el criterio de que tenemos que mantener la atención".

El trabajo fundamental estos días es el de cualquier familia que se ve abocada a estar en la vivienda: establecer rutinas y, en la medida de lo posible, continuar con todo lo que tiene que ver con los apartados académico y formativo. "Hay que poner en valor el trabajo de los centros educativos porque llegan aplicaciones y hay un contacto muy directo", señala Filgueiras. En el hogar además tienen que cumplir con rutinas, como la limpieza, que se añaden a las que ya tenían antes. Ahora, además de tener orden en sus cuartos deben extremar los cuidados personales.

De momento, solo han sido cuatro días que los niños han asumido con bastante alegría. Hacen teatro, bailes, deporte en grupos, cantan€ "Los menores nos están trasladando un ejemplo de adaptación".

Filgueiras no olvida que "estos niños ya vienen con situaciones que no acaban de comprender bien, sobre todo los más pequeños. Pero, sin embargo, asumen la situación con mucha alegría y mucha disciplina, aunque haya sus momentos, pero estamos llevando la convivencia al extremo de la tolerancia".

Así que de momento "hacemos mucha actividad y nuevas tecnologías que les permiten comunicarse con las familias y los compañeros".

Txetxu Mikel Filgueiras agradece a los niños su adaptabilidad porque "desde su experiencia resiliente nos recuerdan que son otros los virus y afecciones a los que superar después de este, porque lo haremos. Deberemos seguir enfrentándonos a ellos".

Diez niños

Los hogares de acogida están dentro del servicio de infancia de la Diputación foral de Bizkaia dentro del programa de red básica. Cada hogar tiene diez plazas para niños entre 3 y 18 años, aunque en ocasiones puede haber alguno más pequeño si está vinculado a un hermano.

El equipo

En estos hogares hay un equipo de profesionales formado por siete u ocho compañeros por centro y la figura del auxiliar doméstico que denominan "etxeko langile" y que es como el ama de casa que se encarga de la limpieza de las zonas comunes, prepara la comida y demás.

Adaptación

Han adaptado los turnos para que el personal no tenga que hacer tantos viajes y no haya tanta presencia en el hogar, pero siempre con el criterio de que tienen que mantener la atención. Han adaptado la rutina diaria a las necesidades de este momento para lo que no escatiman en imaginación que les permita hacer de esta nueva prueba un reto de convivencia.

Los hogares de acogida se adaptan a las nuevas medidas para mantener la atención que prestan a los diez niños que conviven en cada uno de los domicilios

El confinamiento en casa también a ellos les va a llevar a estrechar aún más los lazos entre sus compañeros y sus educadores